lunes, 31 de diciembre de 2012

Cismatrix


Cismatrix
Bruce Sterling

La humanidad ha abandonado la Tierra y su diáspora la ha esparcido por el Sistema Solar, que habita construyendo pequeños mundos artificiales; la Cismatrix. Dos facciones se disputan el poder en ella: los formistas, expertos en manipulación genética, y los mecs, que hacen de sus cuerpos una mezcla de biología y robótica.

En ese marco arranca la novela, con la rivalidad personal de dos mentes brillantes. La peripecia de ese encono es el hilo narrativo principal, durante el cual se nos describen indirectamente las sucesivas transformaciones por las que van transitando los hombres. En un momento determinado Sterling resuelve la lucha en favor de uno de los contrincantes y a partir de ahí la narración entra en una fase supuestamente trascendente, una especie de reflexión sobre la vida, el destino y el porqué de las cosas.

Los dos primeros tercios del libro son realmente brillantes, muy bien escritos, con grandes ideas y un enorme atractivo paisajístico. Después, como suele suceder en la ciencia-ficción cuando se pretende trascender el género solo porque sí, la novela pierde brío e interés y hace que lo narrado hasta ese punto dé la impresión de haber sido un simple decorado, una mera excusa para que el autor epate con su teoría del cambio.

En cualquier caso es una gran lectura y con esa espectacular portada de Alejandro Terán... ¿quién puede resistirse?

martes, 18 de diciembre de 2012

Leyes de mercado

Leyes de mercado
Richard Morgan

De nuevo Morgan hace uso de su potente drive y, en esta ocasión sin sutilezas en la prosa, acompaña la historia con raciones abundantes de sexo y violencia, tanto explícitas como implícitas. Conviene saberlo antes de ponerse a leer porque algunas escenas (las violentas en particular) son francamente crudas.

El mundo descrito por Morgan está habitado por una humanidad que sobrevive frente a un exclusivo grupo que disfruta de los recursos existentes sin ambages ni restricciones, si bien el acceso a esa élite exige también el uso de la violencia. Los gobiernos de todo el mundo han claudicado ante un capitalismo feroz y las decisiones estratégicas vinculadas a la guerra, la economía y las personas las toman multinacionales en función de los beneficios que puedan obtener.

Un libro tan despiadado como el mundo que describe. ¿Ciencia ficción?

jueves, 13 de diciembre de 2012

Mareas de medianoche


Mareas de medianoche (Malaz V)
Steven Erikson

La Factoría de Ideas acude puntualmente a su cita y nos trae la quinta entrega de la serie Malaz. El enfoque de la historia es el mismo al que nos tiene acostumbrado Erikson: argumentos entrelazados, hechos expuestos en crudo sin introducción previa y numerosas incógnitas que no se despejan. Sin embargo, este quinto libro parece un punto de inflexión en la serie; no hay Abrasapuentes ni Anomander Rake ni (aparentemente) sendas mágicas, no visitamos las ciudades y continentes conocidos y desaparecen prácticamente todos los personajes y razas que habían llevado el peso de la historia hasta el momento.

En esta ocasión la novela tiene únicamente dos líneas argumentales. En una se describe la situación de los tiste edur tras la unificación de todas sus tribus y en la otra la sociedad letheri; el clímax se producirá con la confluencia de ambas ramas. Todo esto sucede en un tiempo anterior a lo descrito en el resto de novelas y en un continente distinto (al menos es la conclusión a la que he llegado yo... ¡con Erikson nunca se sabe!).

La parte tiste edur es la que menos me ha convencido: hierática, demasiado homogénea (los personajes responden a diferentes motivaciones pero se comportan del mismo modo), extrañamente primitiva si la comparamos con su homóloga letheri y con diálogos poco frescos, impostados y no demasiado creíbles; a pesar de lo cual funciona y contiene momentos muy excitantes. Por contra, la parte dedicada a los letheri trabaja como un mecanismo de relojería suizo, con una gran variedad de personajes, situaciones muy cambiantes y la pareja estelar formada por Tehol Beddict y su criado Bicho, que ahora mismo son los personajes más cómicos y agudos que recuerdo en un libro de fantasía. El clímax de la novela no decepcionará a nadie.

Sin desvelar nada, me intriga muchísimo la aparición de una compañía de la Guardia Carmesí aparentemente antes de tiempo (¿para establecer vínculos con el resto de la saga? ¿No bastaba para eso con el Dios Tullido?) y de cierto tiste andii que hasta ahora era un desconocido para los lectores a pesar de su enorme importancia en la historia de su pueblo. ¿Formarán parte todos ellos de novelas posteriores? ¿Cómo encajarán estos nuevos episodios en el puzle que ya conocíamos? ¿Qué pasa con el Dios Tullido, un personaje secundario hasta ahora que en esta novela maneja parte de los hilos?

Preguntas y más preguntas, pero también grandeza, frenesí y diálogos hilarantes entre los letherii. Malaz. Una vez más.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Por qué leer los clásicos


Por qué leer los clásicos
Italo Calvino

Una vez más me encuentro con un libro que al final tiene poco que ver con lo que yo esperaba antes de leerlo. Este volumen reúne dos colecciones de ensayos, que el propio Calvino recopiló en vida, sobre libros y autores variopintos que la hija del autor describe en una nota preliminar como “los libros de los escritores y poetas, los hombres de ciencia que más contaron para él, en diversos periodos de su vida”. Como en cualquier recopilación lo primero que destaca es lo que no está (Cervantes, Quevedo, el boom latinoamericano – salvo Borges -, Joyce, Kafka, Faulkner, etc.) y lo segundo, entre lo que sí está, lo que se ha elegido para representarlo.

En general los ensayos son poco divulgativos. Se centran en aspectos muy concretos o muy técnicos de cada obra y en exégesis, bien ideadas por Calvino, bien por otros autores, de las mismas. Me quedo con los dedicados a la “Anábasis” (muy cinematográfico), al “Robinson Crusoe” (afilado e irónico), a Hemingway (escrito el año en que recibió el Nobel desde el punto de vista de un escritor que aprendió a escribir leyendo al norteamericano) y a Borges (desconocido en Italia hasta los años cincuenta).

Pero lo realmente extraordinario del libro es el prólogo, del propio Calvino: “Por qué leer los clásicos”, en el que propone catorce definiciones diferentes llenas de ingenio e ironía para establecer qué significa la etiqueta clásico aplicada a una obra literaria.

Héroes de nuestro tiempo


Héroes de nuestro tiempo
Santiago Segurola


Este libro recoge una selección de colaboraciones de Santiago Segurola aparecidas en los últimos veinticinco años en “Marca” y “El País”, los dos medios en los que el periodista ha desarrollado el grueso de su producción escrita. Algunas de ellas van precedidas por una introducción, escrita para esta edición por el propio Segurola, en la que bosqueja el origen del artículo en cuestión o las circunstancias de la actualidad en la que fue redactado. En general los publicados en “El País” son los de mejor factura y los escritos a partir de finales de los noventa los que suelen contener reflexiones de más calado.

Los artículos tocan múltiples deportes y han sido organizados con criterios temáticos, transversales a las disciplinas deportivas (por ejemplo, rivalidades históricas del atletismo y el fútbol se tratan en el bloque “La gran rivalidad”). También hay un apartado con varias entrevistas, entre las que destacan las de di Stefano, Fabio Capello y Vanderlei Luxemburgo.

Son centenares de artículos por lo que el resultado es heterogéneo, pero siempre se observa una gran atención a los aspectos técnicos de la disciplina comentada y un claro intento de escribir con clase, huyendo de los manierismos del género deportivo. Como conclusión general, los artículos dedicados al atletismo son los más emotivos, mientras que los dedicados al fútbol resultan más analíticos. En bloque, impresionan el volumen, el calado y la calidad de Segurola como articulista. Sin duda un periodista sustantivo, de una escuela que poco a poco va desapareciendo, engullida por el sensacionalismo y los titulares “twitteros” de consumo rápido y fácil.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Lo Héroes

Los Héroes
Joe Abercrombie

Tras la trilogía “La Primera Ley” y el auto conclusivo “La mejor venganza”, Abercrombie regresa con un nuevo libro para seguir desgranando las historias de la Unión, el Norte y sus pobladores. En esta ocasión el autor ha decidido seguir al pie de la letra una de sus máximas y ha regresado al barro. Ha renunciado a escribir y ha trasladado el desaliño de sus guerreros a su prosa para manufacturar un libro propio de una franquicia.

Tampoco se ha estrujado mucho la sesera nuestro amigo Abercrombie para dibujar los personajes: son los mismos de siempre o trasuntos de ellos, con la salvedad de los nombres de pila y los apodos.

A pesar de todo el libro resulta entretenido y sigue manteniendo algo del encanto de sus predecesores, pero si Abercrombie continua la línea descendente dentro de poco resultará ilegible. No se pueden sostener tantas páginas (¡casi ochocientas!) solo con casquería y frases tan repetidas en novelas anteriores que se han convertido casi en refranes.

sábado, 17 de noviembre de 2012

El jugador


El jugador
Iain M. Banks

Los británicos Iain M. Banks, Peter F. Hamilton y Alastair Reynolds (del más veterano al más joven) son los tres chicos de oro de la “space-opera” actual. Tres estilos diferentes. El de Hamilton es populoso y lleno de meandros. El de Reynolds es quizá el más barroco por la prosa y la concentración de acontecimientos. El de Banks es el más cartesiano, centrado en un solo hilo narrativo en cada novela. Los tres han inventado sendas organizaciones espaciales creadas por una humanidad que se expande por el universo y que interactúa, amistosamente o no, con otras razas.

Leyendo a Banks da la sensación de que su organización (La Cultura) es lo que le gustaría que fuéramos frente, en el caso de esta novela, al Imperio Azad, que se parece bastante a lo que somos en realidad. En “El jugador” el protagonista es precisamente eso: un jugador profesional que termina participando en un juego muy especial que vertebra una civilización ajena a la Cultura.

Como en otras novelas dedicadas al universo de la Cultura Banks nos describe, sobre todo en la primera parte, diferentes aspectos de su utópica ¿y deseada? sociedad. La segunda parte de la novela hace de bisagra, narrando el viaje de nuestro protagonista, y en la tercera y cuarta se produce el contacto con los alienígenas y el desenlace de la trama. Es fascinante la habilidad de Banks para, sin describir apenas ninguna regla o aspecto físico, dotar de personalidad cada uno de los juegos que aparecen en el relato. La parte del león es para el juego Azad, que da nombre al Imperio y da sentido a toda su sociedad.

Y creo que no se puede decir nada más sin desvelar detalles jugosos, importantes y sorprendentes de la trama. Una de las mejores novelas de la Cultura. Leerla ha sido un placer.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Einstein. Su vida y su universo


Einstein
Walter Isaacson

Una nueva biografía de Albert Einstein en castellano, esta vez de la mano del periodista Walter Isaacson, que es autor de otros ensayos biográficos dedicados a Benjamin Franklin, Kissinger y al nuevo Papa Steve Jobs. En general es un trabajo muy bien hecho, muy exacto, que se preocupa de iluminar los aspectos menos populares de la vida y el trabajo del gran científico. Hay abundancia de fuentes y citas y siempre prevalece el rigor sobre cualquier otra consideración, lo que por un lado nos proporciona una semblanza general del personaje y, por otro, impide que el texto levante el vuelo y nos transmita auténtica emoción.

En el aspecto científico recorremos las lecturas, reflexiones y peripecias que le condujeron a ese milagroso año 1905 (efecto fotoeléctrico, movimiento browniano, relatividad especial y equivalencia entre masa y energía), el extenuante camino hasta la relatividad general (1915) y las controversias en torno a la mecánica cuántica que desembocaron en un largo viaje a ninguna parte para tratar de encontrar una teoría que englobase relatividad, gravitación y cuántica.

En lo personal encontramos un Einstein que desde su adolescencia mostró una personalidad rebelde, contraria a dejarse dominar por la autoridad y muy segura de su capacidad intelectual, lo que le condujo en ocasiones a ser jactancioso (como por ejemplo cuando, sin haber realizado aún ninguna investigación, dedicó varias cartas a Boltzmann rebatiendo equivocadamente, algunos de sus trabajos publicados) pero también a lograr sus deslumbrantes descubrimientos. Con la edad el carácter se atemperó y nunca perdió afabilidad ni bonhomía, aunque siempre le costó mantener relaciones normales con sus allegados (hijos y esposas incluidos) hasta el punto que él mismo reconocía encontrar solaz en la investigación frente a la turbulencia de las relaciones humanas.

Isaacson recoge tambien multitud de anécdotas, como la del Senado estadounidense debatiendo la teoría de la relatividad en uno de sus plenos o, ya en la madurez, la llamada del propio Einstein a la Universidad de Princeton haciéndose pasar por  un admirador para que le recordaran la dirección de su casa, que había olvidado.

La dimensión colosal de su trabajo científico, que trasciende el ámbito de la Física para alcanzar la imaginería popular y la percepción de la realidad misma, la militancia en contra de la violencia, del racismo y, sobre todo, de la pérdida de los derechos individuales (que mantuvo estoicamente incluso en las horas más virulentas de macarthismo), junto a una iconografía personal muy particular y un carácter bondadoso, han convertido a Einstein en una leyenda. Quizá la única leyenda científica de todo el siglo XX.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Que el vasto mundo siga girando

Que el vasto mundo siga girando
Colum McCann

Llegué a esta novela, a priori una más de las que pueblan fugazmente las mesas de novedades de las librerías, por casualidad. Un autor desconocido para mí, ninguna referencia previa sobre el libro y una colección (RBA Narrativas) con la que habitualmente no sintonizo. Sin embargo, después de leer alguna página al azar, decidí comprar el libro.

El leit motiv de la novela es el paseo que se dio el funambulista Philippe Petit entre las Torres Gemelas el siete de agosto de 1974. Todas las historias del relato tienen contacto con ese hecho, que sirve como amalgama aunque en sí mismo no reviste importancia. De hecho, el libro de McCann es en realidad una especie de colmena en la que cada uno de los personajes recorre su propio camino. Finalmente todos ellos terminan teniendo algún vínculo fugaz e irrelevante, pero el desarrollo de la novela está tan conseguido que revive perfectamente la sensación de azar, de encuentro fortuito ocasionado por lo imprevisible de la vida.

De las diversas vidas que cuenta la novela, la primera de ellas, la de los dos hermanos irlandeses, es la que me parece más floja. Es muy radical y el personaje principal, que es en cierto modo el detonante de todo lo que sabremos después, resulta poco creíble y muy forzado. Es el único borrón en la historia porque el dibujo de todos los demás protagonistas es vívivido y muy humano. Resultan especialmente conmovedoras las autobiografías de una de las prostitutas, la del juez y la de una de las madres que perdieron a sus hijos en Vietnam. Y todo en una prosa muy cuidada, con muchos registros diferentes que se adaptan a cada personaje y cada situación.

En definitiva, una lectura placentera que emociona. Y otro de esos libros que se olvidarán, que no tendrán suerte con las ventas, que pasarán desapercibidos. Misterios del mundo editorial.

domingo, 28 de octubre de 2012

La noche de los cuchillos


La noche de los cuchillos
Ian Cameron Esslemont

En una labor conjunta que comenzó en 1982, Ian Esslemont y Steven Erikson comenzaron a urdir el vasto mundo de Malaz. Coquetearon con el rol y el cine y finalmente la idea, los manuscritos, los bocetos y los intentos preliminares se plasmaron en la primera novela de la serie, “Los jardines de la luna”, que está escrita por Erikson pero bebe de las ideas de los dos colaboradores.

Es Erikson el autor de la columna vertebral de la serie, las diez novelas que configuran el universo de Malaz; pero Esslemont ha acometido la escritura de cuatro novelas independientes entre sí que se ambientan en diferentes momentos de la epopeya malazana. La Factoría de Ideas, que está dedicando grandes esfuerzos a la serie, nos presenta la primera de esas cuatro novelas: “La noche de los cuchillos”.

Una vez terminada, y habiendo leído las cuatro novelas de Malaz que lleva publicadas hasta hoy la Factoría, la conclusión es que este relato de Esslemont es idéntico en estilo, prosa y construcción a los libros de su colega, con la salvedad de la extensión de la historia; podría estar firmado por Erikson y creo que muy pocos lectores apreciarían el engaño.

La noche de los cuchillos” transcurre en un solo día y relata los acontecimientos, sobrenaturales en su mayoría, sucedidos la noche de la Luna Sombría en la Isla de Malaz, origen geográfico del Imperio. Como su colega Erikson, Esslemont no se anda con introducciones ni ambientaciones previas. El lector se sumerge directamente en la acción con el mismo desconocimiento que los personajes. Aquí la confusión es menor que en los libros de la saga principal porque la menor extensión del relato reduce las variables, aunque también disminuye la sensación épica. En cualquier caso es un libro enormemente entretenido, escrito con ambición y conocimiento del oficio y seguramente sea el modo ideal de iniciarse en el absorbente mundo malazano. Completamente recomendable también para los que ya hayan iniciado la singladura de las novelas mayores de la saga.

sábado, 20 de octubre de 2012

Solo el acero


Solo el acero
Richard Morgan

Parece que el toque Abercrombie consistente en personajes rufianescos, lenguaje en consonancia y situaciones escabrosas se va abriendo paso con fuerza en el género fantástico. Sin embargo, lo que en Abercrombie fue un soplo fresco y unos cuantos personajes memorables, en Morgan, que es un tío elegante y posee muchos más registros como escritor que su colega norteamericano, se convierte en una señora novela.

Morgan monta su historia a partir de tres hilos que se trenzan en la coda final del relato para construir el clímax correspondiente. La homosexualidad del protagonista (y las explícitas escenas de sexo), la ambivalencia de todos los personajes (mención especial a la relación entre el emperador Jhiral y su consejera Archeth), así como el mosaico de razas, tecnologías y creencias están cuidadosamente tratados por Morgan en una prosa versátil, que no solo se colorea en cada situación, sino que además moldea el registro de cada personaje de acuerdo a su disposición en cada momento del relato. Por si eso fuera poco, al señor Morgan le basta un libro para contar su absorbente historia. Y magníficamente además.

Me ha llamado la atención cómo Morgan logra ser heterodoxo y a la vez ser fiel al canon del género, porque el libro es de clasificación indudable y ningún aficionado a la fantasía se sentirá incómodo en él. Un especie de “Grupo salvaje” o “Sin perdón” pero en libro. Ha sido un festín. Y la edición de Alamut, como siempre, en perfecto castellano, lo que es una auténtica noticia en un tipo de narrativa tan maltratado por las editoriales.

jueves, 18 de octubre de 2012

Toscanini

Toscanini
Harvey Sachs

Como en España no se publica prácticamente ningún ensayo relacionado con la música o la ciencia, en 2007 decidí arriar velas y comprar una serie de biografías de directores de orquesta en inglés. La verdad es que me daba mucha pereza ponerme con ellas y hasta el año pasado me había limitado a ojear las fotos. Finalmente vencí la molicie y empecé con Karajan. Este ha sido el año de Toscanini.

En el prólogo de su libro (publicado en 1978), el propio Sachs argumenta con datos lo inadecuado de las biografías que existían hasta ese momento del gran director. Sesgos interesados sobre la personalidad del protagonista y lagunas documentales tanto en aspectos biográficos como musicales, dibujaban, en opinión de Sachs, un retrato que no permitía una aproximación veraz a la figura del parmesano.

El libro de Harvey Sachs es de una precisión fanática en cuanto a hechos, citas, fechas y argumentos. En algunos momentos está escrito casi con unción, pero sin renunciar nunca a la exactitud. Un gran trabajo. Tan bueno que, hasta donde yo sé, no se ha vuelto a publicar una biografía seria sobre Toscanini. No hay mayor elogio para la obra de Sachs.

La organización del libro es la habitual, con un recorrido por la vida de Arturo Toscanini desde sus orígenes familiares hasta el final. La formación en el conservatorio, el inopinado salto del violonchelo al podio de director, el estreno de “Otello” tocando bajo la dirección del mismísimo Verdi, la primera etapa escalígera, el encuentro con Caruso, la titularidad en Nueva York, los años amargos de la Primera Guerra Mundial, la vuelta a la Scala para transformarla en el primer teatro de ópera moderno del mundo, la relación con Puccini, la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial con la consiguiente vuelta a Norteamérica, la NBC, la gloria y la fama (a veces disfrutadas, a veces toleradas con mucha reticencia), los malos modos ocasionales, el fanatismo por la precisión y la belleza del sonido, los encontronazos políticos... En definitiva, una vida que fue como un torbellino, en la que Toscanini surcó como un meteoro el panorama musical de la primera mitad siglo XX, fijó lo que después sería el modus operandi de cualquier teatro de ópera y también los modos interpretativos de gran parte del repertorio de cualquier orquesta sinfónica.

El libro se cierra con un capítulo de reflexiones que es completamente vigente. En la crítica musical contemporánea sigue existiendo la confrontación entre la interpretación “literal” (¿?) de las partituras, de la que Toscanini sería abanderado, frente a la visión más romántica del hecho musical; también sigue leyéndose que Toscanini tocó todo igual durante toda su vida y que dirigía demasiado rápido. Modismos, en suma, que provienen del hecho de no escuchar atentamente las grabaciones y de olvidar que Toscanini empezó a dirigir con 19 años en 1886 y se retiró con 87 en 1954, mientras que el grueso sus grabaciones (en realidad todas excepto menos de una decena) se realizaron en sus últimos diez años de vida. Un material que, aunque es abundante, no recoge el recorrido musical del maestro. Aún así es una enorme suerte poder escucharle y asombra que, después de tantos años, esos discos sigan emocionando y ofreciendo la sensación de algo único e irrepetible.

lunes, 15 de octubre de 2012

Los Césares


Los Césares
y otras obras selectas
Thomas De Quincey

Los Césares

Las circunstancias de los emperadores romanos nunca se han valorado en su justa medida, ni se ha considerado hasta qué punto fueron únicas.”

Con esta prometedora frase arranca De Quincey su ensayo, en el que se propone estudiar la trayectoria de los emperadores romanos. Quizá promete algo que luego no da.

Arranca De Quincey la saga de los césares con los de la gens Julia (Julio César -al que considera el primer emperador-, Augusto, Tiberio, Claudio, Calígula y Nerón) pero no describe sus gobiernos, sino que refiriere anécdotas de sus vidas privadas para componer un retrato un tanto maniqueo de cada uno de ellos. A pesar de ello la prosa, como siempre en De Quincey, es opulenta y al placer de leerle se unen las impagables anécdotas del sanguinario Calígula y los intentos de Nerón de asesinar a su madre Agrippina empleando diversos ingenios mecánicos. Cuando termina con la casa Julia, indaga en las posibles causas del comportamiento de sus miembros más desequilibrados y aventura dos hipótesis: la primera, compuesta por tres causas, se sustenta en que la población de Roma, tras las guerras civiles, ya no era la que pobló originalmente la ciudad, sino el resultado del mestizaje con asiáticos (aquí De Quincey es como sus contemporáneos y desprecia todo lo oriental), además la religión de la época era muy arcaica y no imponía modelos de conducta y en tercer lugar, el espectáculo del Circo hizo sentir la vida como algo frívolo; la segunda hipótesis, más sencilla, supone que Calígula y Nerón simplemente estaban locos.

Prosigue De Quincey su particular clasificación de los emperadores romanos agrupando a continuación a los césares comprendidos entre Cómodo y Felipe el Árabe, tratando previamente, al margen de su clasificación de los emperadores en series, los reinados de Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y Lucio Vero (a los que llama emperadores patriotas y saltándose, sin dar ninguna explicación, a Domiciano, Nerva y Trajano). En este caso el enfoque deja de ser anecdótico y se describen los sucesos principales de cada reinado, indagando también en las causas de la decadencia.

De Quincey delinea una tercera saga de césares que empezaría con Decio y aprovecha esta secuencia de emperadores para extraer las conclusiones de su ensayo, incluyendo finalmente una cuarta serie de soberanos que arrancaría con Diocleciano.

En general el ensayo es algo desorganizado. Agrupa a los emperadores arbitrariamente sin dar explicaciones de los motivos de esas series de césares. Se salta emperadores muy importantes sin hacer el más mínimo comentario y el criterio que emplea para extenderse o no en los hitos de cada reinado es inescrutable para el lector. Pero por encima de cualquier otra consideración, se lee con gusto y muestra gran erudición.

Otras obras selectas

El volumen de Valdemar se completa con otros tres ensayos. Uno sobre Judas, en el que se enfoca al personaje como intérprete político de las enseñanzas de Cristo para restaurar la Casa de David. Otro sobre Homero, en el que cita los primeros trabajos, basados en el estudio lingüístico de sus obras, que conjeturan la posibilidad de que Homero sea una figura ficticia y la “Iliada” una acumulación de modificaciones realizadas por manos anónimas. El tercero y último reivindica la figura de Heródoto como prosista e historiador.


La edición, como siempre en Valdemar, es lujosa y está cuidada al detalle. El único pero que le pongo son las inexistentes notas a pie de página (se encuentran todas al final del volumen), que vendrían muy bien para consultar la traducción de las abundantes citas latinas y griegas.

jueves, 11 de octubre de 2012

Fafhrd y el Ratonero Gris


Espadas y demonios
Espadas contra la muerte
Fritz Leiber

Hace ya casi una eternidad, después del conocer “El hobbit” y devorar “El Señor de los Anillos”, me encontré en una etapa en la que la narrativa “seria” seguía sin atraerme pero lo único que encontraba relacionado con la fantasía en las modestas librerías de Leganés (que siguen siendo igual de modestas e incluso inexistentes) eran los libros de la serie Dragonlance. No tenía mucho bagaje como lector, pero sentía con claridad que la franquicia de Timun era a la obra de Tolkien lo que los polos de hielo son a los helados Morán.

Para ampliar horizontes de lecturas, muchos sábados por la mañana iba con mi padre a la Cuesta de Moyano y fue en una de aquellas excursiones cuando me topé con la serie “Fantasy” de Martínez Roca. El ejemplar que más se veía en aquel entonces era uno titulado “Espadas y demonios”, de un tal Fritz Leiber, con un forzudo bárbaro en la portada sacudiéndole un espadazo a un guerrero enfundado en una armadura (sin olvidar la icónica y sugerente mujer de las estepas). Así supe de Fafhrd, el habitante del frío Norte, y al Ratonero Gris y de cómo se conocieron en la grasienta y bulliciosa Lankhmar. A aquel encuentro le sucedió el rosario de aventuras recogidos en “Espadas contra la muerte” y allí se quedó todo porque los libros aparecían y desparecían como el Guadiana y no existía internet para averiguar el orden de lectura y si, dado el escaso presupuesto disponible, merecía la pena seguir adelante con las compras.

Releídos más de veinte años después, me han parecido muy gratificantes. Con más aspiraciones literarias que las sombras del viento o los temerosos hombres sabios y con unos personajes mezcla de picardía e inocencia, nada limpios pero con escrúpulos. Quizá el mejor de los trece relatos que reúnen estos dos volúmenes sea “Las mujeres de la nieve”, que narra con una prosa muy bella el rito de emancipación del norteño Fafhrd del matriarcado de su tribu natal. El resto de relatos no raya tan alto y los hay francamente prescindibles (“La costa sombría”, “La torre de los lamentos”) pero en conjunto merece la pena leerlos y el entretenimiento está garantizado.

viernes, 28 de septiembre de 2012

La torre de cristal

La torre de cristal
Robert Silverberg

El hilo conductor de esta novela es la construcción, bajo el auspicio del magnate Simeon Krug, de una torre para enviar al espacio una señal codificada como respuesta a un mensaje supuestamente alienígena recibido en la Tierra. La construcción de la torre, como casi toda la actividad productiva del planeta, está a cargo de androides, inventados por Krug en su juventud y cuya fabricación es el origen de su riqueza y poder.

La fabricación de la torre es la excusa para plantear los conflictos de la numerosa población androide con los humanos y los que surgen entre los propios androides debido al la diferencia de enfoques al respecto. En este sentido lo más llamativo de la novela es la existencia de una religión androide mantenida en completo secreto, en la que los "Nacidos de la Cuba" vierten sus esperanzas de igualdad y humanidad.

Es una novela algo dispersa, que va saltando de la torre a la religión, de la religión a las personalidades protagonistas, de esos personajes a detalles de la historia de la invención de los androides, etc. Los mejores pasajes son los breves interludios, bellos y líricos, que describen el crecimiento de la torre. El resto es entretenido sin más y el final resulta precipitado. Un Silverberg eficaz aunque discreto.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Tormenta (serie Harry Dresden)


Tormenta
Jim Butcher

En 2009 comenzó La Factoría de Ideas a publicar esta serie de historias del norteamericano Jim Butcher todas ellas protagonizadas por el mago afincado en Chicago Harry Dresden, soltero a su pesar, enemistado con cualquier tipo de artefacto electrónico, con un sentido del humor ácido y desenfadado y colaborador sotto voce de la policía en cualquier crimen relacionado con asuntos mágicos. Este año han publicado la novena entrega así que la serie debe de funcionar bastante bien.

A mí me llamó la atención el protagonista y decidí probar. Una vez leída esta primera novela, que sirve de presentación al personaje y sus circunstancias, la sensación es que se trata de una serie destinada a un público más juvenil. La historia es entretenida y nuestro amigo Harry Dresden cae bien pero ni la prosa ni el argumento son lo que busco.

En cualquier caso, como libro para un público más joven, es mucho más digno que otras creaciones de más copete.

domingo, 16 de septiembre de 2012

El cementerio de barcos


El cementerio de barcos
Paolo Bacigalupi

Nueva novela de Paolo Bacigalupi, que deslumbró con su chica mecánica. Otra vez un escenario crepuscular, en esta ocasión el sur de Estados Unidos, anegado tras el deshielo de los polos, en el que trata de sobrevivir una humanidad desarrapada que subsiste desguazando los ya inservibles barcos que se propulsaban mediante petróleo.

Sin embargo, esta vez Bacigalupi pincha en hueso. Quizá acuciado por el éxito anterior, quizá simplemente porque no siempre se acierta, ha escrito una novela demasiado simple, sin la riqueza de situaciones y personajes que engalanaban a su chica mecánica. Persiste, eso sí, su enorme habilidad (en eso me recuerda al británico China Miéville) para trasladarnos a un escenario concreto con tan solo unas pinceladas; Bacigalupi no necesita largos prolegómenos ni prolijas descripciones para ambientar sus relatos y trasladarnos al entorno en que se desenvuelve la narración. Pero esta vez no basta con esa virtud para dar sentido al libro.

En resumen una historia muy convencional, narrada de un modo esquemático, que resulta entretenida pero que decepciona si se tiene como referente de este autor su predecesora “La chica mecánica”.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Warlock


Warlock
Oakley Hall

Goodpasture regenta una tienda en el malhadado pueblo de Warlock, nacido alrededor de la explotación minera de la plata. Lleva un diario en el que recoge sus impresiones de los acontecimientos sucedidos allí desde que Canning, el último y mejor ayudante del sheriff, se ve expulsado del pueblo por el cabecilla de los cuatreros del la región, Abe McQuown.

La violencia creciente y el abando del que se sienten víctimas por parte el sheriff del condado, que considera a Warlock fuera de su jurisdicción, impele al Comité de Ciudadanos a contratar al famoso pistolero Clay Blaisedell para que ocupe el cargo de comisario de la ciudad.

Un pistolero turbio que es comisario, un líder de cuatreros cruel pero con moral, un juez borracho y cínico pero deseoso de que impere la ley, dos personajes femeninos imponentes, hombres aparentemente insignificantes que albergan grandeza cuando la ocasión lo requiere, delincuentes que reclaman venganza cuando la justicia no les ampara y que provocan respuestas como esta:

Todo el mundo se pondrá en contra vuestra, Ike – le advirtió el juez -. Es una batalla que los necios, estúpidos, ignorantes, confundidos e intransigentes como vosotros han librado más de un millón de veces sin ganar una sola, y yo perdí esta pierna al combatiros en una ocasión. Porque los tiempos cambian, y cambiarán, y están cambiando, Ike. Si se deja que los cambios sigan su curso, la mudanza será fácil. Pero si te opones a ellos como hasta ahora, el cambio no será tan hacedero y te reducirá a polvo, porque pasará por encima de ti como una piedra de molino.

Las andanzas de Blaisedell, la cambiante marea de la opinión pública, las reivindicaciones de los mineros, la dificultad de establecer el límite de la autoridad y su legitimidad van alterando las posiciones de los diferentes colectivos y personalidades para desembocar en un final catártico. Pero hay que saber cuándo permanecer al margen porque, como dice el juez Holloway:

Sí, aprende de las experiencias de la vida. Y cuando lo hayas aprendido todo, verás cómo torturan a tu mujer y a tus hijos con atizadores al rojo vivo, y te reirás al verlo. Porque para entonces sabrás que las personas no importan nada. Los hombres son como el maíz. El sol los quema, la lluvia los empapa, el invierno los congela y la Caballería los pisotea, pero a pesar de todo continúan creciendo. Y nada de eso importa mientras haya whisky.

Bestial.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Nacidos de la Bruma


Nacidos de la Bruma
Brandon Sanderson
I. El Imperio Final
II. El Pozo de la Ascensión
III. El Héroe de las Eras

Una nueva trilogía (¡qué raro!) de género fantástico. Como el autor tenía buen cartel y en general las valoraciones de los aficionados eran positivas, me embarqué en su lectura (también influyó que me regalaran el primer libro).

Ya es casi una norma en la fantasía contemporánea que la magia esté regida por reglas, que casi se comporte como una ley física. Sanderson procede canónicamente y determina con precisión el origen de los poderes mágicos, sistematizando también sus propiedades, usos y limitaciones. Esta vez el uso de la magia está vinculado a la capacidad de algunos individuos para manipular metales de uno o varios tipos, bien quemándolos en su interior, bien almacenándolos en recipientes físicos, para después hacer uso de ellos. El uso de esas reservas de metal permite aumentar la fuerza, agudizar los sentidos, almacenar recuerdos, etc.

En “El Imperio Final”, primero de los tres libros, se describe someramente la historia de dicho imperio y el malestar social generado por él. Cada capítulo está precedido por una entradilla que recoge fragmentos del diario de uno de los personajes principales del relato; ese diario nos permite vislumbrar el hecho que condujo a la existencia del Imperio. En esta primera novela asistimos a la lucha entre el imperio y su descontenta masa social y en cierto modo es como si la historia empezase al revés, porque al finalizar el libro descubrimos que lo que parecía una situación consolidada no lo es, y el diario cobra al final una enorme importancia.

En el segundo libro (“El Pozo de la Ascensión”) se retoma la historia un año después de los acontecimientos descritos en el volumen anterior. Sanderson cae en esa práctica habitual y desacertada de volver a perfilar algunos personajes y hechos que son perfectamente conocidos para quien haya leído la primera novela y que imagino no aportarán demasiado a quien no lo haya hecho. Se repiten las entradillas al comienzo de cada capítulo para terminar formando parte del argumento. Esta segunda parte, en contra de lo que suele ser habitual, no se limita a ser una transición hacia la resolución de la historia y vuelve a aportar giros argumentales y una peripecia completa muy entretenida.

El Héroe de las Eras” también deja transcurrir un año respecto a su predecesor. Vuelven las entradillas antes de cada capítulo para aportar una nueva perspectiva a todo lo narrado hasta este momento. En este tercer volumen la mayoría de los capítulos son mucho más cortos, para así prestar atención a todos los focos de acción que se han ido creando, por lo que la lectura es muy ágil. Me ha parecido curiosa, porque quizá es infrecuente la aparición de estos guiños tan directos en un libro de fantasía, la parte de la historia que describe contra un sistema político que recuerda inmediatamente al stalinismo. Independientemente de esta anécdota, el tono es similar al de las dos novelas precedentes; es decir, entretenida pero con información redundante (Sanderson emplea muchas páginas para repetir hechos ya conocidos). Este tercer volumen hace de broche y cierra completamente la historia que comenzó en “El Imperio Final”, si bien la conclusión me ha parecido un tanto pastiche: es un final cumplidor aunque no del todo satisfactorio.

En resumen, no es una novela aquilatada como el Geralt de Sapkowski ni consigue ser la epopeya de Malaz. Tampoco posee el turbio atractivo de Abercrombie, pero está escrita con oficio y es enormemente entretenida. Aunque el fuerte de Sanderson desde luego no son ni las introspecciones ni los perfiles psicológicos, que están trazados de modo muy evidente, sin encanto ni misterio, no cansa nunca y es una lectura amena. Bien por Sanderson.

jueves, 30 de agosto de 2012

Vidas escritas

Vidas escritas
Javier Marías

El contenido de este breve libro son colaboraciones de Javier Marías para algunas revistas literarias. Textos concisos que toman la figura de algún escritor, más o menos conocido, y juegan con un aspecto biográfico concreto de sus vidas.

Después de intentar leer “Todas las almas” y algunos de sus artículos periodísticos, he tenido a Marías por un escritor estirado y raspa, menos narrador que constructor de mecanismos. Por eso me ha sorprendido el humor, a veces cercano al cariño, que desprenden estas páginas en las que nos enteramos muy literariamente de los extraños intereses coprófagos del diario de Thomas Mann, la alegre vida licenciosa de Sterne, la discretísima y desapegada existencia de Lampedusa y muchas otras curiosidades sobre diversos autores.

Cada texto va precedido por una fotografía del protagonista y el libro se cierra con el pequeño ensayo Artistas perfectos”, en el que Marías comenta sus impresiones acerca de la deslumbrante serie de fotos de escritores que lo precede y que forma parte de la colección de retratos que el autor ha ido acumulando a lo largo de su vida. El último de ellos, una máscara mortuoria que Robert Blake se hizo en vida, impone de veras: 


lunes, 20 de agosto de 2012

El Carpentier músico


Ese músico que llevo dentro
Alejo Carpentier

Aunque su carrera académica fue muy irregular, los padres de Alejo Carpentier (arquitecto él, profesora ella y ambos músicos aficionados que tocaban en violonchelo y el piano) le procuraron una vasta formación cultural desde niño. Fue precisamente esa esmerada formación la que lo condujo al periodismo culto, al que dedicó el grueso de su producción. Más de cuatro mil artículos, según algunas estimaciones, en los que trató cuestiones musicales, literarias, arquitectónicas, etnográficas, cinéfilas o históricas hasta abarcar prácticamente cualquier aspecto relacionado con la cultura.

Los ensayos recogidos en este libro tienen como hilo conductor la música, arte que Carpentier amaba especialmente y sobre el que poseía conocimientos enciclopédicos tanto en lo referente a cuestiones técnicas como históricas. El grueso de estos ensayos lo forman artículos escritos durante los años cincuenta en el diario venezolano “El Nacional”. Los temas tratados son de todo tipo, unas veces relacionados con la actualidad musical de la época y otras con las inquietudes del propio escritor. Conversaciones mantenidas con Milhaud, Honegger o Erich Kleiber; comentarios sobre la naciente discografía de la época o conciertos de Argenta, Bernstein, Furtwängler o Horenstein; reflexiones sobre controversias interpretativas, imprecisiones biográficas y cuestiones estilísticas; análisis de algunas programaciones sinfónicas y operísticas de la época... La curiosidad, la capacidad de trabajo y la agudeza de Carpentier parecen ilimitadas. La lectura continuada de estos artículos resalta también el gusto y la pasión que nuestro autor sentía hacia la música contemporánea.

En varias ocasiones he pensado que estos artículos recuerdan a los que mensualmente escribe Antonio Muñoz Molina para la revista “Scherzo”. Es curioso cómo Carpentier, al contrario que Muñoz Molina, jamás se coloca en el foco del artículo; nunca es él el protagonista, nunca desvía la atención de la cuestión musical que trata. Y todo lo hace con una prosa destilada, personalísima y llena de precisión en la que cabe todo el idioma castellano sin que en ningún momento aparezcan la vanidad ni el exhibicionismo.

jueves, 16 de agosto de 2012

Tokio blues


Tokio blues
Haruki Murakami

De nuevo me cruzo con Murakami. Hace unos años, cuando empezó a tener un nombre en España, me decidí por la que era su obra más alabada: “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”. No es una novela breve precisamente y cuando la terminé no supe concretar qué me había querido decir el autor con aquel relato en el que intercalaba pasajes fantásticos, casi oníricos, con las acciones más mundanas. Aunque aquella novela me pareció muy ambigua, estaba sin embargo bien narrada y siempre que la retomaba sentía el impulso de seguir adelante con la lectura.

Para decidir definitivamente sobre este autor que ahora mismo es un valor seguro para sus editores y hasta ha llegado a ser propuesto para el Nobel, escogí “Tokio blues” (su obra más popular en este momento). Se trata de otra novela muy bien contada; está claro que Murakami conoce el oficio de sobra. A partir de la evocación de un paisaje visitado en su juventud, un Toru Wanabate cercano a los cuarenta rememora el tránsito de los diecinueve a los veinte años, la época en la que estudiaba en la universidad.

Murakami alterna las introspecciones con la descripción de sucesos anodinos (me comí una tortilla, recogí la ropa, fumé un cigarrillo). De nuevo, como en la “Crónica”, no nos ahorra detalles: en su prosa todo se hace explícito, como si el relato tuviera que llenar con su extensión el marco temporal en el que discurre. De hecho creo que sería posible hacer una lista con todas las comidas realizadas por el protagonista a lo largo de cada una de las jornadas que jalonan la novela. También, como en “Crónica”, la música trufa el relato pero sin que llegue a formar parte de él; más bien es una especie de banda sonora de cada momento (hacía tal cosa mientras ella cantaba tal canción, pensé esto mientras silbaba esto otro). Y al igual que en la “Crónica”, las alteraciones del comportamiento humano constituyen la parte central del relato y el motivo principal de reflexión. La diferencia más destacada con “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” es que aquí no existen elementos que puedan relacionarse con lo sobrenatural.

En resumen me ha quedado la misma impresión que tuve con la novela que ya conocía. Creo que el principal mérito de Murakami es ese estilo de narración fluido, fácil y sugerente que es capaz de lograr y mantener a lo largo de muchas páginas. Por lo demás, no empatizo con su mundo y mi sensación final es de viaje a ninguna parte.

sábado, 11 de agosto de 2012

Stoner


Stoner
John Williams

Aunque parece que internet es capaz de sustituir eficazmente cualquier intercambio de información pura y dura entre personas, en realidad no es así. Siempre compro los libros en la misma tienda y como ya son unos cuantos años haciéndolo, al final el rito de la compra va acompañado por la charla y el cruce de opiniones variadas sobre cualquier tema. Y en uno de esos cruces me comentó Paco la existencia de este libro, del que yo no había escuchado hablar en mi vida y cuyo autor es un completo desconocido para mí.

William Stoner es el gris protagonista de su propia vida. La novela recorre sus pasos desde la granja de sus padres hasta su muerte. Después de toda una vida dedicada a ser profesor, labor a la que llega de un modo accidental; y, más que decidiendo, dejándose llevar con mansedumbre y resignación por el discurrir de los acontecimientos.

No sé cuánto le costaría a John Williams escribir este libro. Pero debe ser realmente difícil conseguir tanta emoción desde esa prosa estoica; la máxima expresión con la mínima cantidad de medios. ¡Y esta novela no la conoce casi nadie! ¿Cómo es posible?

miércoles, 8 de agosto de 2012

Cicerón


Marco Tulio Cicerón
Francisco Pina Polo

Tenía pendiente desde mis primeros acercamientos a la historia de Roma una lectura seria sobre la figura de Cicerón. Todo lo que conocía de ella era de segunda mano: referencias de pasada leídas en biografías de Julio César o libros sobre la Guerra Civil, comentarios en la historia que escribió Mommsen o, directamente, descalificaciones como las que recogía Asimov en su libro divulgativo sobre la República.

Este libro cumple de sobra con las expectativas que tenía. Recorremos la vida del famoso orador romano glosada con textos extraídos de su vasta producción (parece que la correspondencia conservada de Cicerón es tan nutrida que hay épocas de su vida que pueden reconstruirse casi semana a semana. Y hablamos de alguien que vivió ¡hace 2000 años!) y el autor siempre se preocupa de contextualizar las reflexiones y actuaciones del biografiado respecto a la época en que suceden, lo que resulta muy esclarecedor.

En su faceta pública queda perfilado un personaje vanidoso poseído, como muchos contemporáneos de su clase social, por el afán de notoriedad tanto a través de la obtención de posesiones materiales como del desempeño de cargos públicos. En ese sentido, la consecución del consulado (tras una fulgurante carrera en la que desempeñó todas las magistraturas elegido el primero entre todos los aspirantes y con el mínimo de edad que exigía la ley para cada cargo) constituyó el cénit de su carrera política. Paradójicamente la dura (y muy discutida por algunos pues terminó con el ajusticiamiento de ciudadanos romanos sin juicio previo) represión de la revuelta de Catilina, considerada por Cicerón su mayor servicio a la República, fue también el origen de su momento más aciago: los dieciséis meses de destierro, que solo terminaron gracias a la intercesión de Pompeyo. Después, el intento de restitución de la gloria perdida, el proconsulado forzoso en Cilicia, la Guerra Civil y la indecisión sobre cómo actuar, el advenimiento de César con los devaneos para no enemistarse con el dictador, los problemas familiares (su divorcio, el alejamiento de su hermano y el enfrentamiento con su sobrino, la muerte de su hija Tulia) y, tras el asesinato de César, las filípicas contra el tirano (como lo describió Cicerón en múltiples ocasiones) y sus eventuales herederos y, finalmente, la muerte a manos de seguidores de Marco Antonio (acérrimo enemigo).

El libro se cierra con tres curiosos apéndices que recogen la imagen enormemente negativa legada por Mommsen del gran orador a través de su monumental historia de Roma, las conclusiones de un estudio psicoanalítico realizado en los sesenta por Paul Briot y un resumen de la imagen que tenía de sí mismo nuestro hombre.

Ha sido una buena lectura. Un buen libro de historia que nos bosqueja un personaje poliédrico, sediento de gloria civil (la militar siempre le resultó ajena), que estimaba su figura pública en una talla muy superior a su peso real, indeciso en los momentos que exigieron decisión y capacidad de maniobra política y tendente en su correspondencia a dramatizar las situaciones personales y a culpar a otros de sus problemas. También un conservador acérrimo (aunque circunstancialmente no dudó en defender posturas opuestas cuando César y Pompeyo se lo requirieron o cuando lo estimó necesario para salvaguardar su persona) que no estaba dispuesto a consentir ningún cambio en el sistema republicano tradicional y que consideraba los problemas de su época debidos, no a fallos estructurales de dicho sistema, sino a defectos en las personas que desempeñaban los cargos públicos a las que pensaba que se debía eliminar físicamente. Fue también un agudo observador de la vida política de su época, un experto jurista y un eximio orador y escritor. Y esta última faceta es la que le ha permitido llegar hasta nosotros; no envuelto en el frío mármol de las estatuas, sino en el cálido vestido de las letras, que con sus arrugas nos permite conocer a Marco.

martes, 7 de agosto de 2012

El mapa del tiempo


El mapa del tiempo
Félix J. Palma

Aprovechando la convalecencia, me he decidido por uno de los tochos que tenía pendientes. Como además quería algo lúdico, elegí este “El mapa del tiempo” que tan buena impresión había causado entre los aficionados.

Una vez concluida la novela, no sé aún cómo tomármela. Hay una historia que es la que la vertebra que no creo que ocupe ni la mitad de las más de 600 páginas que tiene el libro en su edición en tapa dura (y eso que hay partes del argumento que se narran varias veces). Entre las peculiaridades hay un narrador omnisciente (vale) que de vez en cuando, supongo que con afán irónico y/o humorístico, ocupa la pista central y narra los acontecimientos en primera persona; y además el autor se toma la molestia de hacer que el propio narrador nos avise y explícitamente describa que toma la palabra. ¿Será para que no lo confundamos con algún personaje?

Para introducirnos en esa historia principal, el autor monta un preámbulo de casi un centenar de páginas. A lo Dickens pero sin ser Dickens. Y en ese prolegómeno participa Jack “el Destripador”. Los sucesos de esa introducción conducen a la que se supone es la razón de ser de la historia, y esa parte es dinámica y atractiva aunque el autor no se resiste a que aparezcan Stanley y Livingstone. La naturaleza de los hechos descubiertos en esa parte de la narración se enlazan con la reciente publicación (me refiero a la cronología de la novela) de “La máquina del tiempo”, lo que el autor aprovecha para que H.G. Wells y, en un nuevo escorzo, ¡el Hombre Elefante! se sumen a la lista de personajes. Con un retruécano del argumento y la participación de Tesla, que aún no había aparecido, termina la primera parte.

En el comienzo de la segunda se destrenza la parte más trenzada del argumento central. Los meandros biográficos se centran esta vez en personajes ficticios y de paso asistimos al teatro dentro del teatro. Unos cuantos remaches y se cierran las pequeñas fisuras que el autor había dejado abiertas adrede. Y concluye la segunda parte.

En la tercera se incorporan a la sopa de personajes Bram Stoker y Henry James, que no debe de gustarle mucho a nuestro autor. Hay otra voltereta argumental que a estas alturas, después de tantos saltos, ya ni sorprende ni embelesa, y con ella y una reflexión final se cierra el relato.

La novela está muy documentada, lo que sería un punto a su favor si no fuera porque durante la lectura da la sensación de que prácticamente estamos leyendo parte de las notas que tomó el autor para hacer acopio de datos. Por ejemplo, en cada una de esas apariciones estelares de personajes victorianos, Palma glosa parte de la vida y milagros de los “colaboradores” y en el caso concreto de Wells llega a resumir los argumentos de algunos de sus relatos y novelas. Se termina con la sensación de estar leyendo un catálogo de celebridades, inventos y chascarrillos de la Inglaterra decimonónica.

En definitiva un pequeño juguete. Un mecano. Toda la novela es una impostura (bien montada, eso sí) y yo no sido capaz de conectar con ella. Me he sentido como si “Con la muerte en los talones” hubiese consistido en contar el motivo por el que persiguen a Cary Grant, en lugar de ocultarlo y usarlo como simple excusa para filmar sus consecuencias. Aún así la novela es entretenida pero creo que Félix J. Palma podría haber escrito algo muchísimo mejor. Dejo apuntado aquí para no olvidarlo que no debo leer ninguna de las compañeras (una de ellas - “El mapa del cielo” - ya editada) ambientadas en la misma época.