viernes, 22 de junio de 2012

La chica mecánica


La chica mecánica
Paolo Bacigalupi

Ya no queda petróleo. La energía se produce con medios mecánicos activados con la fuerza animal o humana (aunque este hecho no es el que da título a la novela). La comida es escasa y se ha convertido en un bien estratégico, objeto de disputas internacionales, de mercadeo y de especulación; incluida la especulación genética: muchos alimentos y seres son creaciones artificiales ideadas en un laboratorio, así como las enfermedades y plagas que pueden destruirlos.

En este marco Bacigalupi dibuja una Tailandia posible habitada por thais, expatriados de otras nacionalidades convertidos en parias y visitantes extranjeros que buscan medrar en el volátil panorama político y social del país.

Una historia vibrante, trepidante cuando la ocasión lo requiere y completamente verosímil a la que las pinceladas de ficción aportan color y sabor haciendo el conjunto aún más atractivo y en la que los episodios motrices son los relacionados con la intriga política y la ambición personal.

Una nueva joya para engastar en la flamante corona de la ciencia ficción actual.

lunes, 11 de junio de 2012

Historia de las relaciones internacionales


Historia de las relaciones internacionales
II. Del sistema de Yalta a nuestros días
Charles Zorgbibe

La imagen de la reseña pertenece en realidad al hermano de este volumen: el que dedicó Zorgbibe a la diplomacia mundial que operó desde la Europa de Bismarck hasta el final de la Segunda Guera Mundial. En este segundo volumen se ocupa del período comprendido entre el final del conflicto y el arranque de la década de los noventa del pasado siglo.

Lo primero que llama la atención (al igual que me ha sucedido con otros volúmenes de esta colección “Alianza Universidad”) es lo mal traducido que está el texto. Hay abundancia errores ortográficos y de sintaxis que hacen algunas frases casi ilegibles. Quizá suceda esto porque los traductores son especialistas en las materias recogidas en los ensayos y no profesionales de la traducción, pero dado el precio de los libros convendría que Alianza (tan cuidadosa con su catálogo) puliera este inconveniente.

El ensayo toca tal cantidad de sucesos que hablar de análisis resulta casi imposible. En realidad el volumen es más bien una secuencia de acontecimientos más o menos contextualizados y someramente explicados. Sirve para hacerse una idea algo ordenada de la marea de la historia en esa frenética segunda mitad del siglo XX, pero si (como es mi caso) no se tienen conocimientos previos sobre determinados episodios, el raudal de hechos, nombres, fechas y tratados puede apabullar y no dejar claros los acontecimientos propiamente dichos. A cambio, se tiene un volumen de consulta rápida sobre casi todas las cuestiones fundamentales de la política internacional de la época.

¿Qué impresión final queda después de leer el ensayo? En primer lugar, la cantidad de historia producida en Oriente Próximo: hay casi tantas páginas dedicadas a esa zona (Israel, Palestina, Egipto, Irán, Irak, Líbano, Siria, Kuwait, Arabia, Afganistán y todas las relaciones imaginables entre ellos y de ellos con otras naciones) como al enfrentamiento entre EEUU y la URSS. También resulta sorprendente (al menos para mí) la presencia desvahída, casi inane de estadistas europeos enormemente prestigiosos como François Miterrand, Margareth Tatcher o Helmut Kohl que no parecen haber influido decisivamente en negociaciones y acuerdos, comparada con el relieve que cobran otros políticos hoy prácticamente olvidados fuera de sus naciones y de las aulas como Adenauer o el egipcio Sadat. España, obviamente, ni está ni se la espera.

Una lectura satisfactoria y bastante esclarecedora. Y tiene momentos verdaderamente incisivos, como este al comienzo del capítulo 27 (página 380) en el que se analiza la situación internacional de EEUU a finales de los sesenta, justo antes de la visita de Nixon a China:

El nuevo juego triangular se fundaba en las relaciones de antagonismo entre los tres actores [China-URSS-EEUU] pero, como demostró Michel Tatu en un análisis minucioso de la constelación triangular, los antagonismos no eran siméticros. En las relaciones del gobierno de Washington con sus dos interlocutores, el antagonismo era fortuito, puesto que la rivalidad de EEUU y de la URSS no tenía una razón puramente nacional, su enfrentamiento nunca había sido directo y el apaciguamiento en sus relaciones condujo al respeto mutuo de sus zonas de influencia; el antagonismo chino-americano, que seguía a una larga tradición de amistad, había obstaculizado ciertamente la unidad nacional de China, pero el resto del contencioso era pequeño. Por el contrario, la reconciliación chino-soviética parecía en aquella época improbable: los soviéticos y los chinos tenían en común la frontera más larga del mundo, la seguridad inmediata de sus territorios respectivos estaba en juego, la comunidad ideológica conllevaba la excomunión mutua y la voluntad de acabar con los “hermanos cismáticos”. Así, a largo plazo, el juego triangular parecía favorecer a EEUU que “menos prisioneros de prejuicios doctrinales” y no teniendo adversarios sistemáticos “deberían poder jugar más libremente”.

Dejo para el final los dos mejores recuerdos del libro: la caída del telón de acero y la desaparición del apartheid. Mediante el diálogo. A través de la razón y el sentido común. Recordarlo alegra el corazón.

sábado, 2 de junio de 2012

Soldado de Sidón


Soldado de Sidón
Gene Wolfe

En 1986 publicó Gene Wolfe “Soldado de la niebla”, a la que siguió tres años después “Soldado de Areté”. En ellas nace el soldado Latro, cuyas andanzas terminan (al menos de momento: la publicó en 2006 con 75 años de edad) en “Soldado de Sidón”, que publica La Factoría de Ideas –a la que hay que agradecer que retome un autor tan abandonado en España- con unas cuantas erratas en la traducción, unos bonitos grabados encabezando cada capítulo y una portada que recuerda al egipcio Sinhué o a la tierra de faraones filmada por Howard Hawks y que no refleja demasiado bien lo que nos vamos a encontrar encerrado bajo las solapas.

Latro es un soldado tocado por los dioses: olvida cada noche lo que le sucedió a lo largo de la jornada; es, como lo describe uno de sus compañeros de viaje, un recipiente roto. Por ello escribe en un pergamino, antes de dormir, los sucesos del día, para poderlos leer de nuevo y recordar artificialmente quién es y quiénes son los que le rodean. Todo está narrado en primera persona a partir de las anotaciones del pergamino y es tal la habilidad de Wolfe, que a pesar de recordar Latro casi en cada capítulo su desmemoria, describir para sí mismo quiénes le acompañan o cuál es su cometido, nunca nos aburrimos.

Esta tercera novela, al contrario que sus predecesoras que transcurrían en la antigua Grecia, se desarrolla en el Egipto sometido a la dominación persa. De nuevo la mitología convive con los hechos cotidianos y las apariciones de dioses y seres fantásticos se imbuyen de normalidad, tanto para Latro (que parece un elegido de las deidades) como para el resto de personas. Todos los habitantes de este antiguo Egipto aceptan un más allá poblado de dioses y animales mitológicos y todos son conscientes de convivir con ellos.

La etiqueta “novela histórica” se ha vuelto, me temo, demasiado elástica y acoge cualquier engendro que cite o se desenvuelva (al menos en la imaginación del autor) entre hechos registrados por la historia. La naturaleza de la obra imaginada por Wolfe creo que trasciende esa etiqueta: a partir de una ambientación puntillosa se crea un Egipto que probablemente nunca existió. Creo que no hay en toda la novela un solo anacronismo. Los materiales, los alimentos, los ropajes, los arreos de los animales, todo está pensado y descrito de acuerdo a lo que se sabe de aquella época y, sin embargo, viajamos mucho más allá; a un Macondo egipcio, transportados por prosa concisa y bella y por una poderosa imaginación.