Nacidos de la Bruma
Brandon Sanderson
I. El Imperio Final
II. El Pozo de la Ascensión
III. El Héroe de las Eras
Una nueva trilogía (¡qué
raro!) de género fantástico. Como el autor tenía buen cartel y en
general las valoraciones de los aficionados eran positivas, me
embarqué en su lectura (también influyó que me regalaran el primer
libro).
Ya es casi una norma en
la fantasía contemporánea que la magia esté regida por reglas, que
casi se comporte como una ley física. Sanderson procede
canónicamente y determina con precisión el origen de los poderes
mágicos, sistematizando también sus propiedades, usos y
limitaciones. Esta vez el uso de la magia está vinculado a la
capacidad de algunos individuos para manipular metales de uno o
varios tipos, bien quemándolos en su interior, bien almacenándolos
en recipientes físicos, para después hacer uso de ellos. El uso de
esas reservas de metal permite aumentar la fuerza, agudizar los
sentidos, almacenar recuerdos, etc.
En
“El Imperio Final”,
primero de los tres
libros, se describe
someramente la historia de dicho imperio y el malestar social
generado por él. Cada capítulo está precedido por una entradilla
que recoge fragmentos del diario de uno de los personajes principales
del relato;
ese
diario nos permite vislumbrar el
hecho que condujo a la existencia del Imperio. En esta primera novela
asistimos a la lucha entre el imperio y su descontenta masa social y
en cierto modo es como si la historia empezase al revés, porque al
finalizar el libro descubrimos que lo que parecía una situación
consolidada no lo es, y el diario cobra al final una enorme
importancia.
En el segundo libro (“El
Pozo de la Ascensión”) se retoma la historia un año después
de los acontecimientos descritos en el volumen anterior. Sanderson
cae en esa práctica habitual y desacertada de volver a perfilar
algunos personajes y hechos que son perfectamente conocidos para
quien haya leído la primera novela y que imagino no aportarán
demasiado a quien no lo haya hecho. Se repiten las entradillas al
comienzo de cada capítulo para terminar formando parte del
argumento. Esta segunda parte, en contra de lo que suele ser
habitual, no se limita a ser una transición hacia la resolución de
la historia y vuelve a aportar giros argumentales y una peripecia
completa muy entretenida.
“El Héroe de las
Eras” también deja transcurrir un año respecto a su
predecesor. Vuelven las entradillas antes de cada capítulo para
aportar una nueva perspectiva a todo lo narrado hasta este momento.
En este tercer volumen la mayoría de los capítulos son mucho más
cortos, para así prestar atención a todos los focos de acción que
se han ido creando, por lo que la lectura es muy ágil. Me ha
parecido curiosa, porque quizá es infrecuente la aparición de estos
guiños tan directos en un libro de fantasía, la parte de la
historia que describe contra un sistema político que recuerda
inmediatamente al stalinismo. Independientemente de esta anécdota,
el tono es similar al de las dos novelas precedentes; es decir,
entretenida pero con información redundante (Sanderson emplea muchas
páginas para repetir hechos ya conocidos). Este tercer volumen hace
de broche y cierra completamente la historia que comenzó en “El
Imperio Final”, si bien la conclusión me ha parecido un tanto
pastiche: es un final cumplidor aunque no del todo satisfactorio.
En resumen, no es una
novela aquilatada como el Geralt de Sapkowski ni consigue ser la
epopeya de Malaz. Tampoco posee el turbio atractivo de Abercrombie,
pero está escrita con oficio y es enormemente entretenida. Aunque el
fuerte de Sanderson desde luego no son ni las introspecciones ni los
perfiles psicológicos, que están trazados de modo muy evidente, sin
encanto ni misterio, no cansa nunca y es una lectura amena. Bien por
Sanderson.