sábado, 30 de marzo de 2013

La ciudad y la ciudad


La ciudad y la ciudad
China Miéville

En esta ocasión el autor de las barrocas “La cicatriz” y “La estación de la Calle Perdido” nos alegra de nuevo con una novela mucho más comedida, con menos ingredientes y de un atractivo que proviene más de la riqueza de una sola idea que de la acumulación desaforada de muchas.

Un asesinato involucra a los servicios policiales de dos ciudades muy particulares, que ocupan al mismo tiempo en determinadas zonas el mismo espacio y que están obligadas, por la misteriosa Brecha, a ignorarse mutuamente.

A partir de la investigación policial vamos conociendo parte del misterio de estas dos poblaciones y las relaciones entre ellas. Buenos personajes aliñados con la fascinación de Miéville por las sociedades secretas, situaciones de tensión y varias capas de intrigas conforman esta excelente novela. Gran traducción de La Factoría que incluye términos inventados para ajustarse a la naturaleza de estas ciudades tan especiales.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Desde el jardín

Desde el jardín
Jerzy kosinski

Esta novela se publicó en 1970 y unos años más tarde se hizo una película sobre ella cuyo guión redactó el propio Kosinski. Lo que significa que en aquel momento tanto el autor como su obra gozaron de bastante fama.

Leída más de cuarenta años después, lo que se encuentra uno es una especie de Forrest Gump, un jardinero que jamás abandonó la casa en la que fue acogido, al que un accidente le pone en contacto con las elites financieras de Estados Unidos. El equívoco, el hecho de presuponer contenidos donde solo hay apariencia, genera una espiral que lo conduce a un puesto prominente en la sociedad de la época.

De prosa inane, lo que en su día quizá fue audaz e iconoclasta, hoy se ha visto ya muchas veces. Si no la hubiese leído no me habría pasado nada. Al menos es cortita.

sábado, 23 de marzo de 2013

Intemperie


Intemperie
Jesús Carrasco

Tanto se ha hablado del libro de marras, que al final me he sentido empujado a leerlo. Algo que hago cada vez menos: leer novedades, especialmente si están muy publicitadas y cuentan con muchos elogios. Sin embargo, lo que habitualmente termina en frustración, por pérdida de tiempo, esta vez ha sido una sorpresa y un placer.

En cuanto se empieza a leer, el nombre de Miguel Delibes ronda por nuestra cabeza: la meseta, la dureza de sus condiciones, la pobreza de sus gentes, la resignación ante sus desdichas. También la prosa, muy cuidada, recuerda a la del vallisoletano; pero aquí, al contrario que con Delibes, se percibe parte del esfuerzo realizado para encontrar las palabras y encajar la oraciones. Los personajes tampoco tienen la humanidad y el fondo con que los dotaba el maestro y son más bien recipientes pasivos que van acumulando desgracias y calamidades.

Hasta ahí los peros, que son pocos para una primera obra de un escritor novel. Lo demás es bueno y en ocasiones hasta excelente y conforma un libro intenso que se disfruta y se lee con placer, que no deja al lector al margen de lo que cuenta. Y desde luego barre de un plumazo a los Mallo, Zafón, Maruja Torres y demás plumillas del panorama editorial actual.

Ojalá haya nacido otro grande.

jueves, 14 de marzo de 2013

El cielo es azul, la tierra blanca


El cielo es azul, la tierra blanca
Hiromi Kawakami

Una historia de amor. Así se subtitula esta breve novela. En la línea estilística de Kawabata, asistimos a la peculiar relación de la protagonista con su antiguo maestro de la escuela. Dos personajes sin empatía, con dificultades para expresar sus sentimientos, que sepultan las turbulencias y las pasiones en su interior.

Es un libro estilizado, diáfano, de lectura muy agradable, que cuenta con algunas imágenes afortunadas y un extraño capítulo onírico (el más extenso de todos) cuyo significado no he sido capaz de captar. Entretenido y bien hecho, pero sin enjundia.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Historia del fútbol


Historia del fútbol
Juan Antono Bueno, Miguel Ángel Mateo

El grueso de los libros editados en castellano sobre fútbol son, por decirlo suevemente, discretitos. La “biografía” (¿?) del joven jugador de turno, chascarrillos sobre algún club en particular, hagiografías en torno al entrenador de moda y muy poco más.

Este libro llena un hueco enorme; es un recorrido por la historia de este deporte desde su fundación hasta la inolvidable Eurocopa de 2008 en la que la selección se impuso sucesivamente a Italia, Rusia y Alemania para alzarse con el título.

El texto va editado a doble columna, lo que conecta la lectura con el medio periodístico que, hasta la fecha, era el nicho natural de la crónica futbolera. El libro está dividido en bloques cronológicos: de los orígenes a la Segunda Guerra Mundial, “La edad dorada” (1945-1970), “El fútbol moderno” (1970-1990)  y “El fútbol contemporáneo” (de 1990 hasta la fecha de edición). En cada bloque, exceptuando el primero que es algo atípico, se narran los Mundiales y Eurocopas correspondientes, se traza una semblanza del fútbol español, se destacan los equipos y selecciones que marcaron época por uno u otro motivo, se repasan otros hechos destacados y, finalmente, se añade un glosario de jugadores de cada período con una breve reseña biográfica que incluye las características principales de su juego. Al final de cada bloque se apilan las abundantes y sabrosas notas que complementan al texto principal.

Los chanchullos de la FIFA y la UEFA, el Madrid de di Stefano, la Hungría de Puskas, Helenio Herrera, el Brasil de Pelé, la naranja mecánica, el gran Bayern, la Quinta del Buitre, la revolución de Cruyff, la vuelta de tuerca de Sacchi... todo está aquí. Puede leerse de un tirón o, gracias a la rigurosa organización del texto, ir saltando de una época a otra de acuerdo a las preferencias del momento. La redacción está cuidada y se incluyen multitud de citas de los protagonistas de cada evento que enriquecen y dan color y sabor a la narración.

Una mina. Un festín.

jueves, 7 de marzo de 2013

Un fuego sobre el abismo


Un fuego sobre el abismo
Vernor Vinge

De nuevo Vinge, un autor brillantísimo cuyos libros más destacados (“Un abismo en el cielo”, “Un fuego sobre el abismo”, “La guerra de la paz”, “Naufragio en el tiempo real”) llevan años descatalogados en la piel de toro.

De esas obras solo conocía “Un abismo en el cielo”, que me deslumbró; así que me propuse conseguir los demás para ver si mantenían el mismo nivel estratosférico. El siguiente que he podido leer ha sido “Un fuego sobre el abismo”, que en cierto modo es un libro paralelo al que ya conocía: el encuentro de dos civilizaciones que no saben nada la una de la otra motivado por una causa que es ajena a una de las dos.

La imaginación y la capacidad de Vinge para ser coherente apabullan. Se inventa una raza a la que dota de caracteres físicos que determinan una psicología y una sociedad, un universo con regiones en las que las leyes físicas varían y una tecnología en simbiosis con los seres vivos que la utilizan. Quinientas páginas inolvidables que dejan con ganas de otras quinientas.

Junto a  “Un abismo en el cielo”, “La paja en el ojo de Dios” y la dupla “Mundos y demonios” ”Mundos en el abismo” es, sin duda, mi space-ópera preferida.

domingo, 3 de marzo de 2013

Los nuestros


Los nuestros
Luis Harss

Este libro lo publicó el chileno Luis Harss en inglés para dar a conocer aquello que aún no se conocía como el boom. Posteriormente él mismo lo tradujo el castellano y desde la editorial mexicana Porrúa se difundió a todo el mundo. Creo que aparte de aquella edición sesentera no ha habido otra en España, así que cuando Alfaguara lo publicó corrí a comprarlo para poderlo conocer al fin.

El libro va precedido de una introducción escrita por el propio Harss en la que hace una semblanza de la novela latinoamericana desde el siglo XIX. América, “ese continente de poetas”, no había destacado en la narrativa debido a cuestiones autóctonas como la obsesión por el indigenismo o la adopción de unos medios que no eran apropiados para tratar de describir una realidad ajena a esa herramientas. Hasta que llegó el siglo XX. Y después el boom. Luis Harss mantuvo charlas con los diez autores que eligió como representativos y señeros de aquel fenómeno literario y recogió en este volumen el resultado de aquellas conversaciones.

No es un libro aséptico; Harss se moja y hay críticas a lo que considera la parte menos conseguida de la obra de cada autor y ese diagnóstico emitido hace más de cuarenta años coincide con la perspectiva actual, salvo quizá en el caso de Cortázar, en el que antepone “Rayuela” a obras como “Bestiario” o “Las armas secretas”.

Asombra el tino de Harss en la elección de los autores en un momento en el que algunos de ellos aún no eran lo que son hoy. Por ejemplo, incluye a un joven colombiano con solo tres libros publicados que en ese momento escribía “el libro que sentía crecer dentro de mí” y que cuando se dio a la imprenta se tituló “Cien años de soledad”.

A esta edición se le han añadido un breve prefacio y unas notas finales del propio Harss en las que da pequeñas pinceladas, cuarenta años después, a los perfiles delineados en “Los nuestros”. Algunas muestras:

"Borges era ya el otro Borges. El bardo y el bibliotecario ciego, casi una abstracción. “Intemporal y anónimo”, como él quería. Me di cuenta en el ascensor de su casa cuando subí a conocerlo. Subió conmigo una chica deslumbrada que decía: “Allá arriba vive el poeta no-vidente” (…) El gran ciego que obsesionaba a otros autores. Se decía que era la sombra atrás de los ciegos ominosos de Sábato, por ejemplo."

"Con Rulfo me entendí misteriosamente. No recuerdo cómo di con él. Lo esperaba en un apartado del salón bar de mi hotel en el paseo de la Reforma. Venía con atraso o no venía. Creo que daba vueltas a la manzana antes de decidirse a entrar."

sábado, 2 de marzo de 2013

Mark Twain. Autobiografía


Autobiografía
Mark Twain


Samuel Langhorne Clemes, que así se llamaba civilmente Mark Twain, fue escribiendo anotaciones autobiográficas desde la década de 1870 y continuó haciéndolo casi hasta el final de su vida. El proyecto de su autobiografía le ocupó varios años y fue su secretario personal quien reunió los materiales y editó póstumamente el libro en su forma definitiva.

Es un libro peculiar, que da saltos adelante y atrás en el tiempo (aunque nunca es confuso) y que en general no se centra en los grandes acontecimientos profesionales de la vida del autor. El grueso de la información refiere anécdotas, chismes, rencillas, recuerdos y curiosidades. Casi todo está contado con tal socarronería que hay ocasiones en las que uno piensa que eso no le pasó a Twain, sino que desearía que le hubiese sucedido, y que, incluso, está componiendo su autobiografía con pasajes que excluyó de “Huckleberry Finn” o “Tom Sawyer”. Así finaliza, por ejemplo, el primer capítulo:

Cuando era joven, podía recordar cualquier cosa, hubiera sucedido o no. Pero mis facultades están decayendo ya y pronto me convertiré en alguien que no recuerde más que las cosas que nunca han sucedido. Es triste hacerse pedazos de esta forma, pero todos tenemos que llegar a eso.”

Aunque Twain murió siendo un hombre rico, sufrió muchas privaciones durante su infancia y juventud y llegó a arruinarse varias veces, por lo que el dinero es una presencia permanente en todo el libro. También hay confesiones graciosas como por ejemplo su debilidad (cuidadosamente disimulada) por los reconocimientos del mundo académico, de los que se vio privado durante décadas.

No faltan momentos de gran lirismo e intensidad emocional, como el evocador cuarto capítulo en el que rememora sensaciones de su infancia (la comida, los bosques, los paisajes, las gentes), o el sobrio y estoico trigésimo séptimo en el que recuerda el nacimiento y muerte de su primer hijo y reflexiona sobre la vacuidad de las ambiciones humanas. En los capítulos finales, en los que recoge la muerte de sus dos hijas mayores y la de su mujer, predomina la melancolía.

Un libro entrañable.

viernes, 1 de marzo de 2013

6


6
Daniel Mares

Este llegó a mis manos gracias a un forero. Daniel Mares, especialista en las distancias cortas, monta un Nunca Jamás con una especie de Peter Pan, una especie de Campanilla, un posible Capitán Garfio y una Alicia amiga de una especie de sombrerero loco.

No es cuento largo y en su pequeña extensión mantiene la tensión y la ambigüedad entre el tono infantil de la narración y la gravedad de los sucesos. Una pequeña gran lectura con sorpresa incluida.