jueves, 30 de mayo de 2013

La carretera

La carretera
Cormac McCarthy

En algún momento la tierra fue devastada por el fuego. No sabemos la causa pero todo lo que queda ahora es un páramo cubierto por la ceniza en el que se yerguen los restos fósiles de la civilización. No crece nada. El agua no es pura. No hay animales. Solo sobreviven unos desarrapados y miserables despojos que antes fueron seres humanos.

Con párrafos cortos, secos y afilados McCarthy desgrana la ordalía de un padre y su hijo (seres anónimos de los que solo conocemos su vínculo: ni nombres, ni rasgos físicos. Nada) a través de esta Laguna Estigia en la que se ha convertido la Tierra. 

Una novela implacable y devastadora. La próxima lectura tendrá que ser más desenfadada.

martes, 28 de mayo de 2013

Caribou Island


Caribou Island
David Vann

Como no suelo hacer caso de las editoriales, la mayoría de las novedades las paso por alto. Este lo he leído por recomendación de mi librero. ¡Menos mal que le hice caso!

Caribou Island es un lugar real. Una isla situada en el Lago Tustumena, con una estrecha lengua de tierra cercana al continente. La Alaska de esta novela no es la de los documentales ni la de la poética “Doctor en Alaska”; aquí viven personas reales con los deseos no satisfechos y las expectativas defraudadas que tenemos todos.

El escenario natural sirve de aislante. No decora, sino que constriñe a las personas que lo habitan. Por lo tanto fuera de ellas mismas y de sus vínculos personales no les queda nada: solo se tienen a sí mismos y a quienes aman. Y de ahí surgen todos los conflictos y la deseperación.

Gran novela. Y gran estilo el de Vann, alternando la efusión con la parquedad.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Viriconium


Viriconium
John M. Harrison
I. Caballeros de Viriconium
II. Tormenta de alas
III. Nocturnos de Viriconium

Todavía hoy, treinta años después de su publicación, estos libros de Harrison siguen siendo desconcertantes y completamente distintos a cualquier otra obra que pueda considerarse asimilable al género fantástico. Todas las novelas y relatos comparten un aire onírico, casi de pesadilla, y la enfermedad (sobre todo en su manifestación mental) es una protagonista más de la narración. También les hermana la prosa, ambiciosa y de buena factura.

Desconozco el formato original de publicación de estas obras. En la edición de Bibliópolis están agrupadas en tres volúmenes. Como yo no conocía estos libros, cuando los compré pensé que serían tres novelas relacionadas entre sí. Pero no es así: se trata de varios relatos y novelas cortas que a veces comparten personajes pero cuyo único vínculo real es la ciudad de Viriconium.

En “Caballeros de Viriconium” se recoge la novela corta “La Ciudad Pastel”, que es el relato más convencional de todos aunque ya comparte los rasgos de los demás. Va precedido de una enigmática “introducción” que en realidad no tiene relación directa con lo que va tras ella pero que colorea muy bien lo que será el carácter de todo lo que vamos a leer después. El volumen se completa con los relatos “Señores del desgobierno” y “Grandes y extraños pecados”, que sintonizan más que la novela corta con el resto del mundo “viriconiano” pero que a mi parecer no están demasiado conseguidos.

En el segundo volumen se incluye solo un relato corto (“La danzarina y la danza”) extraño y sugerente, ocupando el resto del libro la novela “Tormenta de alas”. Aquí se narran acontecimientos posteriores a los de “La Ciudad Pastel” y aparecen algunos personajes ya conocidos, por lo que podríamos considerar que estamos ante una extensión de la novela anterior. Sin embargo, el carácter del libro es completamente diferente. Harrison incrementa la sensación de irrealidad y el libro, salvo en unos pocos pasajes, es mucho menos explícito que su predecesor.

Por último, “Nocturnos de Viriconium” recoge tres relatos en los que de nuevo es la ciudad de Viriconium el vínculo con las lecturas anteriores y la novela corta “En Viriconium”, que da un paso más, respecto a sus dos predecesoras, hacia la disolución de los argumentos y los personajes, dejando siempre al lector la decisión sobre si lo que aparece tiene relación con novelas anteriores o no.

En general es imposible establecer un sentido de finalidad tanto en los relatos como en las novelas. Simplemente suceden cosas y los personajes van reaccionando ante ellas. Tres libros singulares y muy interesantes, alejados de cualquier estereotipo del género.

sábado, 18 de mayo de 2013

La era de la Revolución (1789-1848)


La era de la Revolución (1789-1848)
Eric Hobsbawm

Este es el primero de los tres libros en los que el gran historiador británico fijó lo que él mismo bautizó como siglo XIX largo; el que, desde un punto de vista historiográfico, comenzaría con la Revolución Francesa y finalizaría con la Primera Guerra Mundial.

Este primer ensayo, publicado en los años sesenta (los otros dos vieron la luz en los setenta y en los ochenta, respectivamente), se centra en las dos revoluciones (la francesa y la industrial) que originaron el mundo actual y estudia sus consecuencias hasta el gran estallido social del año 1848.

El libro comienza con un brillante capítulo dedicado a describir el mundo inmediatamente anterior al período estudiado: los transportes, la población, la legislación, la tecnología e incluso la alimentación cotidiana se describen para darnos una idea de cómo fue aquella Europa dieciochesca; una civilización completamente ajena al hombre de hoy.

Los siguientes capítulos describen la gestación de ambas revoluciones así como el período de guerras al que condujeron, seguido por esa Santa Alianza que pretendió volver el reloj de la historia atrás y dejar las cosas como antes de aquellos acontecimientos. La aparición de los nacionalismos, la espantosa forma de vida de los trabajadores de las fábricas, las hambrunas sucesivas en años de malas cosechas en unas naciones que ya no funcionaban como antes, fueron el germen de diversas revueltas en todo el continente y depositaron las brasas de las que surgiría el incendio colosal de 1848.

Los capítulos dedicados a las dos revoluciones y a la transformación de la economía son el cenit del ensayo. Los más débiles son sin duda los dedicados a las ciencias y a las artes, en los que Hobsbawm intenta evitar una mera enumeración de nombres y trata, sin conseguirlo, de emparentar las transformaciones sociales y económicas con las nuevas corrientes de pensamiento. A pesar de los altibajos, un libro lúcido que consigue, en muy pocas páginas, desentrañar las claves de un período turbulento y complejo. El ensayo se cierra con una premonitoria cita escrita en 1831 por Victor Hugo en la que decía oír “el ronco son de la revolución, todavía lejano, en el fondo de la tierra, extendiendo bajo cada reino de Europa sus galerías subterráneas desde el túnel central de la mina, que es París”.

jueves, 9 de mayo de 2013

El gran Gatsby


El gran Gatsby
Francis Scott Fitzgerald

Este era una deuda pendiente desde que intenté leerlo hace la torta en una vieja edición. En aquel entonces me resultó relamido y cargante y como la película de Robert Redford tampoco me gustó nunca, quedó enterrado. Cuando hace poco hablé del libro con un amigo, me dijo que era un “must” (como dicen los americanos) y que había sido muy mal traducido hasta que Anagrama editó esta traducción de Justo Navarro en 2011.

No sé si habrá sido la nueva traducción o el paso de los años, pero en este segundo intento el libro se ha transformado para mí. Elegante en la prosa, elegante en la construcción de la historia, elegante en la formación de los personajes. Respira clase, estilo y delicadeza en cada párrafo. Como cuando describe la cara de Daisy bañada en luz o el rayo de luna que separa a dos amantes antes de besarse.

La novela se publicó cuando Fitzgerald rondaba la treintena, en una época en la que frecuentó a Hemingway, viajó por Europa y fue feliz con su mujer. Cuando ella aún estaba sana y el alcohol y los aprietos económicos todavía no habían estragado el cuerpo y la mente de él. ¡Qué gran escritor fue!

Treinta años: la promesa de una década de soledad, una lista menguante de solteros por conocer, una reserva menguante de entusiasmo, pelo menguante. Pero a mi lado estaba Jordan, que, a diferencia de Daisy, era demasiado lista para arrastrar de una época a otra sueños olvidados. Mientras atravesábamos el puente en penumbra su cara se apoyó pálida y perezosa en la hombrera de mi chaqueta y la presión tranquilizadora de su mano fue calmando el formidable golpe de los treinta años.

Así seguimos el viaje hacia la muerte a través del atardecer, que empezaba a refrescar.”

domingo, 5 de mayo de 2013

Algún día este dolor te será útil


Algún día este dolor te será útil
Peter Cameron

Unos pocos meses del año 2003 son el escenario de las andanzas de este nuevo guardián entre el centeno. No hay nada original en la idea de que el joven de dieciocho años James Cameron nos cuente su modo de ver la vida y de relacionarse con los demás. Tampoco hay nada nuevo en plasmarlo en forma de diario, ni en usar para ello un estilo que es casi oral. Pero siempre es gratificante encontrar un personaje como él, que más que personaje es persona, y una novela escrita de forma que uno se olvida de que está leyendo y simplemente recorre las páginas con abandono hasta terminar el libro.