Bryan
Magee
Año
Wagner. Doscientos años de su nacimiento. Quería celebrarlo leyendo
algo sobre él que fuera valioso pero que no tuviera dimensiones
wagnerianas, así que esta novedad de Acantilado me ha venido al
pelo.
El
libro de Magee se editó en inglés en 1968 y se reeditó, revisado
en sus cinco capítulos originales y ampliado con un sexto, en 1988;
por lo tanto no cabía esperar ni grandes revelaciones ni novedosos
puntos de vista. Y así ha sido. En realidad este breve ensayo trata
los cinco puntos calientes en torno al compositor (su concepción de
la ópera, su posición frente al judaísmo, el culto hacia su
figura, su influencia y cómo se aborda la interpretación de su
música) y en el sexto capítulo nos recuerda que el motivo
principal, frecuentemente olvidado en las polémicas, por el que se
sigue hablando de Wagner es su música incomparable.
El
tono del libro es siempre racional, dejando de lado juicios a priori
y leyendas urbanas y situando siempre al hombre en su época, para
evitar comparaciones espurias que conducen a conclusiones
equivocadas. Muy interesante el capítulo sobre la interpretación de
su música, aunque el que más me ha gustado ha sido el primero, que
comienza hablando de la tragedia griega como la suma de todas las
artes y de la desintegración de la misma en música, poesía y
teatro hasta la aparición de Don Ricardo y su reinvención del
género. Me quedo con el fragmento en el que describe la desaparición
de la tragedia:
“En
todo caso, su contenido disponible [el de la tragedia griega] se
desvaneció cuando el humanismo griego quedó desbancado por el
cristianismo, una religión que dividió al hombre contra sí mismo,
enseñándole a observar su cuerpo con vergüenza, sus emociones con
suspicacia, la sensualidad con miedo, el amor sexual con sentimientos
de culpa.”