El mundo de ayer
Stefan Zweig
Quizá Zweig sea la
expresión más depurada de un estilo, de una época, de un tipo de
artista. Un centroeuropeo nacido al final del s.XIX y educado en los
cánones de aquel momento pero que vivió en primera línea todas las
vanguardias del naciente s.XX.
Una inteligencia y una
sensibilidad privilegiadas que tuvieron la fortuna de nacer en una
familia acomodada que les proveyó de los medios necesarios para
desarrollarse. Zweig tuvo lo que se consideraba una educación
privilegiada (aunque él mismo la denosta por anticuada y poco
didáctica) y la posibilidad de viajar por Europa, la India y Estados
Unidos antes de que estallara la Primera Guerra Mundial. Conoció a
Brahms con doce añitos, a Freud, a Rodin, a Valéry, a Hofmannsthal,
asistió a los estrenos de la Octava de Mahler y “El caballero
de la rosa”; en definitiva, fue un espectador atento al mundo
en el que vivía.
En
este relato, en parte libro de memorias, en parte testamento
intelectual, describe precisamente el mundo de ayer, el anterior a
las guerras mundiales y a los pasaportes; un mundo más tranquilo en
apariencia en el que todo el mundo pensaba que los ahorros, la forma
de vida y la cultura eran inmutables. Las pinceladas personales
excluyen el ámbito privado (no sabemos ni que está casado hasta
que, después de la primera guerra, nos cuenta un paseo por Viena de
la mano de su mujer). Como gran prosista que fue, Zweig consigue que
estemos cerca de él en muchos momentos, como cuando viaja a Estados
Unidos y encuentra en el escaparate de una librería de Filadelfia un
libro suyo, o en su viaje al Nueva York anterior a los rascacielos, o
en sus encuentros con Rodin o con Freud.
Un paseo intelectual y melancólico de la mano de uno de
los grandes escritores del s.XX. Un libro de más de quinientas
páginas que pasa en un suspiro.