lunes, 27 de noviembre de 2017

Great singers on great singing

Great singers on great singing
Jerome Hines

Un libro bastante famoso entre los aficionados al canto que recoge cuarenta y dos entrevistas a cantantes de ópera con los que Hines colaboró en su extensa carrera. Hay cantantes ya olvidados, otros que no pasaron de ser dignos profesionales, bastantes genios y cantantes a los que es inexplicable que se les pregunte sobre técnica vocal porque, escuchándoles, parece que nunca llegaron a enterarse de lo que estaban haciendo.

Hines fue un buen profesional pero nada más; su arte nunca fue inspirador y con estas entrevistas sucede lo mismo: la chispa depende del entrevistado así que las hay aburridas o francamente divertidas (las de Corelli y MacNeil lo son especialmente). Todas abordan los tres asuntos centrales del canto: el control de la respiración, la emisión del sonido y la resolución del pasaje.

Lo más llamativo es la disparidad de opiniones y enfoques, por no hablar de lo bizarro de algunas soluciones técnicas. La sensación final es que, al ser la voz algo tan orgánico y subjetivo, más allá de un objetivo final (emisión en la máscara, naturalidad y columna de aire siempre sostenida), hay poco más y cada cantante recurre a diferentes soluciones prácticas dependiendo de su pericia, facultades y voluntad de estudio.

Interesante, aunque se hace un poco pesado.

martes, 21 de noviembre de 2017

Mal encuentro a la luz de la luna

Mal encuentro a la luz de la luna
W. Stanley Moss

Esto solo pueden hacerlo los ingleses. Un viajero, escritor y guaperas (Patrick Leigh Fermor) y un militar que escribe como los ángeles secuestran durante la Segunda Guerra Mundial al general Kreipe en Creta.

El diario de Moss le sirvió para elaborar esta narración en la que intervienen el espionaje, el relato de aventuras, el de viajes y las citas de los clásicos. Debería haber una película porque supera a cualquier historia de ficción.

El banquete celestial

El banquete celestial
Donald Ray Pollock

Tercer libro de Pollock, que no abandona sus rasgos habituales: la bajeza humana, la sordidez de la vida, el salvajismo que habita en todos nosotros y la inutilidad de la bondad; sin embargo, en esta ocasión se le ha escapado un pequeño rayo de luz, justo al final, que consuela como un sol tropical después del invierno que supone la novela.

Como en “El diablo a todas horas”, Pollock arranca con historias sencillas y aisladas: por un lado tres hermanos y un padre que trabajan para un latifundista sin escrúpulos y por otro un matrimonio de campesinos con un hijo disipado que son víctimas de una estafa. A partir de ahí las historias crecen de modo independiente y empiezan a conectarse tangencialmente mediante personajes y hebras fugaces de forma que al final tenemos un tapiz que forma un todo.

Tensión creciente, gran factura y estilo implacable. Cuesta decir que algo con este sabor se disfruta pero, en cierto modo, es así. Al final la buena literatura siempre sabe bien.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Ella es la oscuridad

Ella es la oscuridad
Glen Cook

El octavo de la serie. La Compañía puede con el maestro de las sombras, toma la Atalaya, atrapa a Aullador y a Atrapa Almas y cruza la Puerta de las Sombras. Y entonces, presa de un ardid de Atrapa Almas, se encuentra en el altar de Kina y solo el portaestandarte queda libre aunque su cuerpo yace atrapado con el resto de la Compañía.

Y con esto me doy un respiro porque estoy un poco empachado. Estos últimos libros son bastante más largos que los anteriores y se hacen un poco repetitivos; sobre todo el séptimo y octavo, en los que Cook usa una y otra vez los viajes en sueños (de Humo y de Murgen). Al principio era un añadido exótico pero ha terminado siendo un Deux ex machina que cansa.