“H” de halcón
Helen Macdonald
La muerte de su padre dejó a Helen
más que huérfana. Sin padre, sin pareja, sin hijos y a punto de finalizar su
trabajo en Cambridge, necesitó encontrar un cimiento que le ayudara a
reconstruir su vida.
Aficionada a la cetrería con
halcones desde joven, optó por comprar un azor y entrenarlo. Un ave agresiva,
arisca, de violencia latente con la que no estaba familiarizada. El aprendizaje
del azor y el de Helen sobre el ave y sobre ella misma se mezclan con las voces
de cetreros medievales y renacentistas y con la vida y la voz de T. H. White,
que también buscó en un azor el modo de encontrarse y rescatarse a sí mismo.