Después del Muro
Kristina Spohr
Un detallado ensayo sobre el
mundo a partir de 1989, cuando Gorbachov recorría Manhattan entre vítores,
China estaba lejos de lo que es hoy, el yihadismo internacional no parecía que
existiese y daba la sensación de que el único problema geopolítico era el
enfrentamiento entre estadounidenses, soviéticos y sus respectivos bloques.
Las políticas de Gorbachov, claras
en sus objetivos, pero difusas en cuanto a cómo lograrlos, finalmente
condujeron a la destrucción de la URSS y pulverizaron el mapa geopolítico
conocido desde la Segunda Guerra Mundial. La disolución paulatina del bloque
soviético en poco más de dos años, la desaparición de la URSS en seis meses, la
liquidación del Pacto de Varsovia y el gatillazo de Japón como hipotético líder
mundial en el Pacífico fueron cuidadosamente observados por el gobierno chino,
que decidió continuar con las reformas económicas y ser absolutamente implacable
a la hora sofocar cualquier atisbo de cambio político en el país.
Y así pareció que el mundo iba a
ser mejor, que la guerra desaparecería y que estaba todo hecho. Visto en
retrospectiva, los Bush, Kohl, Mitterrand, Gorbachov y compañía hicieron un
gran trabajo: ante el cataclismo de cambios desbocados mantuvieron la calma y
trataron de dirigir la riada evitando la violencia. Da vértigo pensar qué
habría sucedido con líderes políticos como los actuales, más pendientes de
Twitter que de sus obligaciones.
Tras cuatro años de cuidadosa diplomacia
internacional, el deterioro de la economía doméstica expulsó a Bush Sr. de la
Casa Blanca. En su discurso de despedida en Texas dirigió al público algunas
proféticas palabras:
“En la economía, un mundo con
inestabilidad creciente y nacionalismo hostil trastocara los mercados
mundiales, desencadenará guerras comerciales y nos conducirá al declive económico
(…) El nuevo mundo podría ser, con el paso del tiempo, tan amenazador como el viejo.
Lo diré sin rodeos: si Estados Unidos renegase de su liderazgo, de su
compromiso, cometería un error por el que las generaciones futuras, nuestros
hijos, pagarán un precio muy alto”