Ser hijo de una saga de aristócratas fieles servidores de los zares de Rusia es la causa que sienta al conde Aleksandr Rostov frente a un comité revolucionario que lo condena a un arresto domiciliario de por vida en su adorado Hotel Metropol.
Y allí transcurren treinta años de su vida, repitiendo rutinas, viendo la vida con humor, haciendo amistades, disfrutando de los placeres de la comida, la bebida, la literatura y la conversación. Una novela igual que su protagonista: elegante, amable y risueña, en la que los secundarios son igual de adorables.
La literatura hecha para proporcionar placer.