Rusia
y sus imperios (1894 - 2005)
Jean
Meyer
Un
ensayo interesante que recorre la historia rusa desde el último zar
hasta el advenimiento de Putin. En el debe el estilo (no sé si
propio del autor o debido a la traducción) bronco y demasiado
esquemático cuando describe muchos acontecimientos; a veces parece
que se trate más de notas apuntadas en un cuadernillo que de un
libro.
En
cualquier caso, Meyer arroja una luz diferente sobre episodios que
determinadas tradiciones han mostrado siempre desde una perspectiva
muy limitada. Por ejemplo, la Rusia zarista no se derrumba bajo el
empuje bolchevique apoyado por el pueblo ruso, sino que es víctima
de la guerra mundial; el rearme de las masas es utilizado por los
comunistas para derribar la reducida cúpula que apoyaba al zar y
manejaba los asuntos políticos mientras que el ejército, superado
por la guerra, en esta ocasión no acude en auxilio del soberano.
De
este modo una dictadura es sustituida por otra, puesto que Lenin,
ante una multitud de adversarios políticos divididos, hace
prevalecer su posición por la fuerza (de las armas primero y de la
represión implacable después). Tras la muerte imprevista del
ideólogo, Stalin le sustituye manteniendo la línea marcada por su
predecesor: control absoluto del aparato político a cualquier
precio. Stalin, sin conocimientos económicos, adopta una serie de
decisiones precipitadas y desastrosas que conducen a una quiebra
económica general.
Durante
todos estos acontecimientos la masa no se muestra ni resignada (como
se la ha dibujado siempre bajo al yugo zarista) ni solidaria con el
poder (pintura que debemos a la propaganda soviética), sino que se
rebela, se manifiesta y toma el camino de la violencia cuando la
situación se hace desesperada. El ejército se encargaría de
aplastar la sublevación en la época zarista y la policía política
lo haría durante la época comunista.
Tras
la guerra y la muerte de Stalin, el Politburó es consciente de la
imposibilidad física de mantener la situación: la economía se
contrae año tras año, la agricultura no se adapta a los nuevos
tiempos y el país carece de mano de obra cualificada. Jruschov
intenta reformar el comunismo sin dejar de ser comunista y para
tratar de mantener una imagen de coherencia ideológica, se inicia el
enaltecimiento de Lenin en detrimento de Stalin, presentado como el
malo. Sin embargo, el pueblo prefiere al tirano que les oprimía pero
prometía que el sufrimiento era para lograr algo mejor, aunque fuera
falso, al nuevo líder que inicia cambios cuyo final nadie es capaz
de prever.
Tras
la destitución de Jruschov se trata de mantener el camino de las
reformas aparentando que nada cambia, pero el camino se muestra
imposible y así sucede que Gorbachov decide renunciar a la carrera
armamentística para dedicar los recursos al crecimiento del país.
Sin embargo, sigue pretendiendo un régimen comunista lo que resulta
insostenible frente a los cambios políticos y sociales promovidos
por él mismo.
A
partir de este punto el ensayo es menos analítico que descriptivo,
pues como Meyer reconoce los hechos son demasiado recientes para
poderlos racionalizar. En cualquier caso, parece que Yeltsin logró
una mejora efectiva de las condiciones de vida aunque fue a costa de
un enorme caos político, lo que condujo a la presidencia de Putin,
un hombre conservador que mantuvo las reformas económicas a menor
ritmo con una democracia descafeinada en la que la libertad de prensa
está fuertemente controlada. ¿Un Stalin light?