Otro de esos libros icónicos que marcaron una época. En este caso, una época diferente a la que fueron escritos: Toole se suicidó en 1969 sin ver publicada la novela y fue su madre, a sus 81 años, quien logró que viera la luz a comienzos de los ochenta. Nada más publicarse fue un súper ventas y al año siguiente ganó el Pulitzer. Un bombazo.
Leída hoy, la primera sensación es muy buena. Ingeniosa, bien escrita, con personajes llenos de carácter y haciendo que las situaciones cotidianas se conviertan en extravagantes. Pero después de 150 páginas todo se repite. No es que sea peor; es que es lo mismo todo el rato, pero sin que sorprenda como al principio.
Abandonada en la página 200.