lunes, 18 de enero de 2021

Un poco de odio

 

Un poco de odio
Joe Abercrombie

 
El sucio Joe retoma su saga más querida y la que lo catapultó al éxito. Volvemos al mundo de “La Primera Ley”, en esta ocasión sin el acabado chapucero que tuvieron las entregas posteriores a la trilogía original, para iniciar una nueva trilogía (“La era de la Locura”) en la que la máquina empieza a transformar aquel mundo inicial, tan próximo a nuestra Edad Media, volviendo muy ricos a los que se sitúan bien y sumiendo en la pobreza más abyecta a los que no.
 
Esta vez la Unión se enfrenta por el sur a la disgregación del imperio gurko, que provoca oleadas continuas de refugiados en busca de un mundo menos peligroso; por el norte a una nueva sublevación de las tribus norteñas, lideradas por un nuevo héroe, hijo de veteranos de campañas anteriores; y en el interior al enorme descontento del grueso de la población, que se ve abocado al trabajo en las nuevas fábricas en condiciones de esclavitud y a vivir en ciudades pestilentes llenas de humo y agua contaminada.
 
En este caldo nadan el díscolo príncipe heredero de la Unión, rodeado de un colosal nido de intrigas palaciegas, y el joven héroe que se enfrenta a la amenaza norteña; ambos con sus contrapartidas femeninas, que son más interesantes que ellos: la ambiciosa hija del Gran Inquisidor y la hija de uno de los caudillos norteños, “bendecida” con la habilidad del ojo largo, que le otorga visiones del nebuloso río del futuro.
 
La guinda la ponen el viejo Gran Inquisidor, el tullido Glotka, igual de cínico, pragmático y astuto que en las entregas iniciales; y el Primero de los Magos, Bayaz, que sigue siendo un hijo de p*t* despiadado para el que la gente es una herramienta para conseguir logros… que son por el bien de la gente.
 
Absorbente. Se lee de un tirón.

domingo, 17 de enero de 2021

El evangelio de las anguilas

 

El evangelio de las anguilas
Patrik Svensson

 
Un pez del que, durante casi dos mil años, nadie supo cómo se reproducía, de dónde provenía ni, tan siquiera, si era o no un pez. Ese es el protagonista de este libro que, sorprendentemente, ha tenido bastante éxito.
 
Las cuatro prodigiosas metamorfosis y el viaje, de una vida de duración, desde el Mar de los Sargazos hasta las cuencas fluviales de agua dulce para volver a reproducirse en el lugar de origen y desaparecer. Un animal que lleva existiendo catorce millones de años, capaz de vivir sin agua y cuya longevidad se desconoce, así como la causa que desencadena la migración para reproducirse (que diferentes ejemplares realizan en distintos momentos de su vida).
 
Otro misterio viviente. Otro eslabón con el pasado de la Tierra.

jueves, 7 de enero de 2021

Lago


Lago
Jean Echenoz

Las letras francesas brillan de lo lindo desde hace unas décadas: Houellebecq, Carrère, Vuillard… También Echenoz luce en esa lista.

Cuando escribió “Lago” ya era un escritor consolidado. Yo sólo conozco “Correr”, sobre la vida del atleta Zátopek, una pieza bastante diferente de esta novelita de espías que ironiza permanentemente sobre el gremio (y el género) y que está escrita con tono zumbón y mano maestra.

miércoles, 6 de enero de 2021

La era de la supernova

 

La era de la supernova
Cixin Liu


Los que hemos conocido a Liu desde “El problema de los tres cuerpos”, seguramente nos hayamos hecho una idea equivocada de este autor. Después de haber leído el resto de títulos que se han publicado en castellano, todos anteriores a su gran éxito, está claro que el Liu anterior a los tres cuerpos es diferente: describe un suceso asombroso (justificado siempre con leyes físicas) a partir del cual explora las reacciones de la humanidad y su búsqueda de caminos para afrontarlo.
 
En este caso todo comienza con el final de una estrella, magistralmente contado y descrito con un enorme conocimiento de la Física implicada en los acontecimientos estelares. A partir de ahí, la radiación recibida por la Tierra provoca la muerte de los humanos de más de trece años, de manera que los adultos se apresuran a planificar la transición hacia un planeta habitado sólo por niños. Y esta es la parte que para mí ha carecido por completo de interés. Libro aburrido y pueril.
 
Pero, en esa descripción de la Tierra en manos de los niños, lo que Cixin cuenta es la visión de un autor chino; no sé si representativa o no de las opiniones de sus compatriotas, pero desde luego es la visión de alguien que ha vivido allí todo el cambio experimentado por China en los últimos cuarenta años. Y resulta aleccionador ver aplicados en nosotros los mismos clichés que hemos aplicado tradicionalmente a los demás. Los niños chinos aparecen como niños, claro, pero siempre tendentes a la racionalidad y con una importante visión espiritual de la vida; por el contrario, los europeos (británicos y franceses son los únicos a los que se otorga protagonismo) aparecemos como anticuados y altivos; los norteamericanos son belicistas, tramposos y materialistas; pero ninguno puede compararse con los fanáticos y sanguinarios japoneses. China es un oasis de racionalidad y el único país que trabaja activamente por el entendimiento y la paz.
 
El libro tiene un epílogo que supone una bonita vuelta de tuerca más a la historia.

sábado, 2 de enero de 2021

Johannes Brahms

Johannes Brahms
Jan Swafford


Brahms es un personaje histórico completamente atípico. Elusivo, encerrado en sí mismo incluso en su juventud, destruyó toda la música escrita por él que consideró de calidad insuficiente; y puso el mismo empeño en borrar cualquier testimonio escrito que expusiera su vida personal. Durante su madurez trató de recuperar toda la correspondencia que pudo y la entregó a las llamas. Lo único que intentó dejar de sí mismo para la posteridad fue su música, la música que él consideró adecuada, y ningún rastro de su persona.
 
Naturalmente no lo consiguió, tratándose de alguien que con poco más de veinte años ya destacaba hasta el punto de impresionar a los Schumann tanto como para incluirle en su círculo más íntimo desde que se conocieron. Robert vio en Brahms lo que él mismo no consiguió ser y Clara vio eso y, por lo que parece, mucho más. Un trío que no se rompió cuando lo hizo la mente de Robert quien, desde el sanatorio, parece que fue consciente de la atracción entre su mujer y el joven genio y que no vio con malos ojos que Brahms ocupara su sitio en casa.
 
Pero los planes de Brahms, que siempre temió perder su independencia, eran otros y dejó tanto a Clara como a la siguiente mujer que llegó tan cerca de su corazón como para prometerse en matrimonio. Y después de eso, cuatro largos años de sequía creativa en los que se fueron gestando lenta y trabajosamente el estilo del autor y la habilidad para orquestar. Y después, ya sí, la producción regular de obras, con épocas realmente frenéticas y el aprecio de los especialistas (el del gran público tardó más en llegar).
 
Brahms debió de ser todo un personaje. Cuando se trasladó a Viena, frustrado por no haber logrado el puesto de director titular de la Filarmónica de Hamburgo (algo para lo que tampoco estaba especialmente dotado), era frecuente que abandonara fiestas y homenajes en la madrugada para ir caminando a casa, dormir tranquilamente y despertarse antes del amanecer para prepararse un café cargado y empezar a trabajar. Un músico profesional completamente atípico, cuyo contrato laboral más largo duró sólo tres años y que nunca se ganó la vida regularmente ni como director ni como intérprete: casi siempre vivió de componer, y logró amasar una enorme cantidad de dinero de la que no dispuso de ningún modo especial.
 
El espaldarazo del Ein Deutsches Requiem y la venta de sus “músicas domésticas” (danzas, valses, lieder) lo llevaron a una posición tan desahogada que se pudo permitir trabajar durante años (a veces casi veinte) en una obra, dejándola reposar a la espera de mejores ideas y técnicas para llevarlas a cabo.
 
Y así fue desgranando su irreprochable corpus musical, mientras el mundo giraba y, como él mismo percibía, se alejaba de sus presupuestos estéticos: Mahler, Schoenberg, Wolf, Klimt… el mecanicismo y la disgregación del siglo XX se atisbaban en el horizonte, aunque Brahms siguió fiel a sí mismo hasta el precipitado final, que llegó bastante antes de lo que el propio músico pensaba.

Gran libro de Swafford. Cuando se termina, queda la sensación de que se conoce mejor el modo de pensar, de sentir y de trabajar del biografiado; va mucho más allá de la enumeración de fechas y datos. Un logro realmente difícil que repitió en su biografía de Beethoven. Acaba de publicar otra de Mozart. Será otra gran lectura.