lunes, 28 de abril de 2014

Víbora

Víbora
Andrzej Sapkowski

Mi único contacto con Sapkowski había sido la saga de Geralt, escrita por el polaco durante los noventa. En los primeros años del 2000 escribió su trilogía de las guerras husitas (en la pila junto a otras muchas cosas) y en 2009 escribió este “Víbora”. Parece que esa es casi toda su producción así que, una vez leída, se tiene una idea muy completa de su trayectoria.

Geralt es una obra inequívocamente encuadrada en el género fantástico, pero es una especie de crisol de todas las alternativas del género que excluyen a Tolkien. En Geralt nada es épico ni rutilante; los personajes tienen flaquezas, la historia es sucia y en ocasiones tan absurda como la vida. Y está narrada de forma primorosa, empleando multitud de registros para cincelar, sin tener que describirlos expresamente, los caracteres y orígenes de cada personaje.

En “Víbora” la clasificación es más difícil. Es cierto que hay un componente mágico en la historia y que gana peso en la segunda mitad de la novela, pero no estoy seguro de que esa sea la parte principal. Una novela bastante corta en la que el grueso del relato se centra en las tribulaciones de unos soldados soviéticos a comienzos de los ochenta durante la invasión de Afganistán, en la alienación a la que les someten la guerra y el claustrofóbico régimen soviético, que extiende sus tentáculos hasta el mismo frente, todo narrado con gran estilo y adecuando la altura de la prosa a la extracción de cada personaje (memorables algunos de los diálogos entre los soldados).

Es un buen relato, aunque creo que no alcanza esa perfección que tenía la saga de Geralt. Quizá una novela más realista habría funcionado mejor. En cualquier caso, admirables el estilo de Sapkowski y la erudición desplegada, tanto para relatar con verosimilitud el modo de vida de un soldado durante la contienda afgana, como para ambientar mitológica e históricamente el argumento fantástico.

domingo, 27 de abril de 2014

Obras maestras. La mejor ciencia ficción del siglo XX

Obras maestras. La mejor ciencia ficción del siglo XX
Varios autores

Este volumen, seleccionado y prologado por Orson Scott Card, pretende ser un compendio de las mejores historias de ciencia ficción escritas el pasado siglo. Naturalmente pretender eso es una quimera y el propio Scott Card lo aclara en el prólogo. De lo que no hay duda es de que los relatos escogidos son todos de altísimo nivel y muchos de ellos inolvidables.

Scott Card divide la ciencia ficción del siglo XX en tres épocas: la Edad de Oro, la de los pioneros, la de los que cimentaron el género (Asimov, Heinlen, Sturgeon...); la Nueva Ola, que incorporó nuevos temas o utilizó los viejos para otros cometidos, sensibilidades y estilos (Ellison, Silverberg, Pohl, Le Guin...) y lo que él llama la Generación Mediática, en la que se diluyen los límites del género (Martin, Crowley, Cherryh...).

Al final hay un buen montón de relatos que quedan para el recuerdo. Los musicales “Componedor” y “Una obra de arte” (protagonizado por ¡Richard Strauss!), el poético “Un platillo de soledad”, el canónico “Sueños de robot”, el estremecedor “¡Arrepiéntete, Arlequín!”, el apocalíptico “Luna inconstante”, el terrible “Los reyes de la arena”, el misterioso “Turistas”, etc...

Seguramente sea la mejor recopilación de relatos del género que tenemos en castellano.

jueves, 17 de abril de 2014

El diablo en el cuerpo

El diablo en el cuerpo
Raymond Radiguet

¿Cómo presentar a un impresentable? He ahí la cuestión. Del autor se sabe poco porque poco pudo llegar a hacer; murió con veinte años, pero tuvo tiempo de colaborar con revistas (desde los quince, al parecer) y terminar esta novela. Nada indica que fuera autobiográfica, pero si lo es, el título está perfectamente elegido.

Un adolescente ¿se enamora? de una joven recién casada cuyo marido está en el frente durante la Primera Guerra Mundial. A partir de ahí el angelito, un monstruoso egoísta, con un cinismo brutal, hace su vida a costa de los demás trufando el episodio de una serie de reflexiones descaradas, sinceras e inmisericordes.

Es una novela muy atractiva, no solo por el antihéroe protagonista, sino por el estilo depuradísimo, acabado, elegante... ¿de verdad la escribió él? ¿De verdad tenía veinte años?

“La desgracia nunca se admite. Creemos que solo la felicidad puede correspondernos”

Antología de la literatura fantástica

Antología de la literatura fantástica
Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo, recopiladores

Un clásico de las recopilaciones del género. Se publicó en 1940 y se volvió a editar en 1965 con la selección de relatos que se publica actualmente. Hay caras conocidas (Cortázar, Kipling, Borges, Dunsany), invitados inesperados en el mundillo fantástico (Cocteau, Chesterton, Gómez de la Serna), completos desconocidos, relatos del mundo árabe y oriental... En definitiva, un recorrido ecléctico por el género tal y como lo concebían los encargados de seleccionar los relatos. Incluye traducciones hechas en exclusiva para la edición, como la de “El mejor relato del mundo” de Kipling a cargo de Borges y Bioy.

Cada autor se presenta en unas breves líneas en las que, como no podía ser menos siendo los responsables quienes son, hay en ocasiones un malévolo humor: James Joyce: Literato irlandés, nacido en Dublín, en 1882; muerto en Zurich, en 1941.Sus virtudes son de orden técnico, especialmente verbal”.

Leída hoy, es una antología completamente ajena a lo que un aficionado a lo fantástico esperaría puesto que, en general, prevalece el sentido estético sobre el temático. Hay autores de todas las épocas y nacionalidades. Me han sorprendido mucho “El brujo postergado” de Don Juan Manuel, que se presenta como adaptación de Borges (no sé cómo será el texto original) y algunos de los relatos orientales (especialmente “Sennin”). Y de lo que no conocía (que era bastante), me quedo con el escalofriante “La pata de mono” de W. W. Jacobs y el espléndido, por factura y humor negrísimo, “El calamar optó por su tinta”, del propio Bioy Casares.

jueves, 10 de abril de 2014

Los Señores del horizonte

Los Señores del horizonte
Jason Goodwin

Después de leer el libro de Runciman sobre la caída de Constantinopla, pensé que siempre (salvo "Las Cruzadas vistas por los árabes") había leído ensayos que daban el punto de vista occidental en todas las confrontaciones Oriente-Occidente. Este libro relata la historia del Imperio otomano desde su creación y no creo que haya mucha literatura traducida al castellano dedicada en exclusiva al tema.

Tras un precioso prólogo, Goodwin se pone manos a la obra y construye un ensayo atípico, que crece en círculos concéntricos desde los orígenes tribales de los otomanos al triste, anquilosado y esperpéntico final. La progresión no es lineal, sino que alrededor de una serie de aspectos de la cultura turca Goodwin detalla el devenir de los acontecimientos durante varios siglos. Una nueva elección de temas hace avanzar el tiempo y nos sitúa en una nueva época sin olvidar las anteriores.

Es una elección muy literaria y en muchos momentos bastante atractiva. Toda la narración está acotada por citas de embajadores, tanto turcos como extranjeros, literatos, historiadores de épocas pasadas y personajes relevantes. Más que un análisis transversal de la evolución de ese pueblo, es una exploración literaria sobre sus costumbres y peculiaridades. Hay más párrafos dedicados a las anécdotas y los modos de vida que a los grandes tratados políticos y las batallas.

Así que al final queda una impresión muy cercana y recorremos la vida de los turcos desde que su sultán firmaba las misivas como Señor del horizonte hasta que solo fue un títere dirigido por extranjeros, eunucos y camarillas políticas.