El desfiladero de la
absolución
Alastair Reynolds
Ya está claro que
Reynolds ha escrito una única historia que se desarrolla a través
de varios libros salpicada de tramas secundarias que van dando forma
a la principal. Esta vez me he pasado y me he puesto con el cuarto
demasiado pronto: las pinceladas de Reynolds refrescando
acontecimientos anteriores son un rollo cuando los has leído hace
poco y te acuerdas de ellos.
En cualquier caso
Reynolds es original y va cambiando la estructura narrativa en cada
novela. En esta ocasión nos presenta tres historias. Una es la de
Quaiche, situada en el año 2615, servidor no demasiado devoto de una
extraña reina que se complace en el dolor y descubridor, por
obligación, del satélite Hela, que orbita alrededor del gigante
gaseoso Haldora el cual presenta la particularidad astronómica de
desaparecer del firmamento ocasionalmente durante brevísimos
períodos de tiempo. En el mismo lugar, pero en el año 2727, se nos
narran las peripecias de Rashmika al embarcarse en la búsqueda de su
hermano mayor, que se unió a la iglesia quaicheana (de la que solo
sabemos el nombre); una chica muy especial, aficionada a la
arqueología y poseedora de un extraño don que le permite saber si
alguien miente. Por último, continua la historia de Clavain en el
planeta acuático Ararat que sirve de enlace con la entrega anterior
(“El arca de la redención”).
Preparar este escenario
le lleva a Reynolds casi doscientas páginas ya que se molesta en dar
color local a cada una de las tramas, por lo que el comienzo de la
novela resulta moroso. Algunos de los protagonistas principales de la
saga nos abandonan y otros adquieren relevancia. La historia de
Quaiche es demasiado grotesca y cuesta bastante leerla, pero la parte
de los inhibidores, cuyo origen accidental descubrimos en esta
novela, sigue siendo muy atractiva.
Así que interesante la
parte de Clavain y compañía y algo aburridas las historias
ambientadas en Hela. Descubrimos datos sobre los inhibidores pero
Reynolds introduce una nueva variable, una nueva cultura ancestral,
así que esto se va pareciendo cada vez más a la serie “Perdidos”.
De todos modos es una buena space-opera, a pesar de que esta vez ha
tocado traducción desaliñada de la Factoría (qué manía de
escribir “mientras más” en lugar de “cuanto más”).
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