jueves, 13 de agosto de 2020

Tiempo de magos

Tiempo de magos
Wolfram Eilenberger

Lo habitual en los ensayos sobre filosofía es la aridez y, en muchas ocasiones, el aburrimiento. Hasta Russell en su inconclusa historia de la filosofía es más entretenido en los interludios históricos que en la descripción de cada escuela.

Eilenberger ha conseguido lo que parecía imposible. Ha enmarcado su ensayo entre 1919 y 1929 para seguir la pista de los cuatro pensadores más influyentes y originales del momento y Wittgenstein, Heidegger, Benjamin y Cassirer van pasándose el testigo entre ellos y recorremos sus peripecias vitales junto al discurrir de su pensamiento, de forma que, por una vez, aparecen naturalmente asociadas las dos facetas de su humanidad.

La acción comienza en 1929, en Cambridge, por una parte, donde Wittgenstein lee su tesis doctoral ante Bertrand Russel (“No se preocupen, sé que jamás lo entenderán”, les dijo a los examinadores al terminar); y en Davos, en el clímax del enfrentamiento intelectual entre Cassirer y Heidegger. Benjamin, que fue un cabo suelto en casi todos los aspectos de la vida, pulula de una ciudad a otra, de un país a otro, de una relación sentimental a otra.

Y desde ese momento culmen, retrocedemos a 1919 para ver la forja de todas esas ideas y las existencias de nuestros protagonistas que, en cierto modo, igual que sucede con los músicos y los escritores, plasmaron en sus construcciones intelectuales gran parte de su devenir vital.

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