lunes, 22 de agosto de 2022

Otto Klemperer. His life and times (1885-1933)

 

Otto Klemperer. His life and times (1885-1933)
Peter Heyworth
 
Primera parte de la documentadísima biografía de Heyworth en la que aborda la vida del gran director de orquesta y, como augura el título, la época en la que se desarrolló.
 
Los años formativos, la huella indeleble de Mahler (el director llevaría consigo toda su vida una tarjeta de recomendación escrita por el compositor) y la adhesión a un modo interpretativo alejado de las efusiones románticas de la época constituyen las claves profesionales de este periodo, junto a un trastorno maníaco-depresivo que lo acompañaría toda su vida y que lo obligaría a desaparecer periódicamente para someterse a tratamiento.
 
Un trastorno que marcaría también sus relaciones profesionales y personales, que siempre resultaban tormentosas durante la fase maníaca; por el contrario, en la fase depresiva Klemperer se volvía taciturno y cauto hasta la inseguridad (llegaría al punto de contratar a colegas más jóvenes para que asistieran a sus ensayos y le señalaran sus errores).
 
Y, naturalmente, el Kroll. Un teatro de ópera que sólo aguantaría cuatro años abierto, pero que se organizó en torno a los presupuestos artísticos y musicales de Klemperer, que quedó asociado para siempre a ese breve período en el que hubo éxitos y fracasos, pero en el cual se estableció una aproximación a la ópera de la que después bebieron el nuevo Bayreuth y gran parte de los grandes teatros europeos (abandono del naturalismo en las puestas en escena, estrenos de óperas contemporáneas todas las semanas y numerosos y muy trabajados ensayos antes de los estrenos). Tan efervescente fue ese período del Kroll, que Klemperer llegó a considerar el resto de su vida profesional un anti clímax.
 
Tras el cierre del teatro, contemporáneo a la aparición de los nazis, el clima cultural y político se volvió irrespirable. Hasta tal punto que Klemperer, tras sufrir una caída desde el podio al ceder la balustrada en la que se apoyaba, llegó a pensar que había sido víctima de un sabotaje por ser judío. El veto a Bruno Walter, una de las estrellas del momento, abrió los ojos a muchos artistas y comenzó la diáspora. Klemperer se marcha a Suiza y comenzará su calvario personal.
 
Otra imagen curiosa que deja este primer volumen es la valoración que hacían el público y la crítica del momento sobre los grandes nombres de la batuta: Toscanini, Furtwängler y Bruno Walter eran los grandes ídolos, con Richard Strauss como el gran referente de la batuta; Klemperer era considerado un genio irregular, y alguien como Erich Kleiber era tenido por un secundario de calidad. Vivir para ver.

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