Otto Klemperer. His life and
times (1933-1973)
Peter Heyworth
Segunda entrega de la biografía
de Heyworth, que comienza con los años más negros de Klemperer, los que casi arruinaron
su carrera, su matrimonio y su vida. La huida de Europa termina con nuestro protagonista
como titular de la Filarmónica de los Ángeles, que en aquellos años no era más
que una orquesta de provincias, sin recursos y sin público, en una ciudad sin
ningún interés por la música.
Consciente del erial en el que
había aterrizado, Klemperer intentó diferentes salidas profesionales. En la
Filarmónica de Nueva York fue finalmente rechazado como sucesor de Toscanini
tras mostrarse poco conciliador con los deseos del manager y programar una
Segunda de Mahler para la que no había fondos y que tampoco atrajo público
suficiente para al menos cubrir los gastos de los conciertos. Rechazado también
por la Sinfónica de la NBC y a las puertas de la que sería la fase depresiva
más larga de su vida, también rechazó una buena oferta de Sinfónica de Pittsburg,
que terminaría contratando al que era su segundo candidato: Fritz Reiner.
A la depresión se le unión un
tumor cerebral cuya operación fue todo un éxito, pero trajo como secuela una
parálisis parcial del lado derecho de su cuerpo, especialmente aguda en la cara
y la mano. Tras la penosa recuperación, y como siempre le sucedía, a la fase
depresiva le siguió una de euforia que se prolongaría tres años, con aventuras
sexuales y sentimentales de todo tipo, despilfarro de dinero y un
comportamiento errático y violento (con varios episodios de cárcel incluidos) que
terminarían colgándole el sambenito de no contratable. Y de este modo un Klemperer
de sesenta años se vio a sí mismo dirigiendo orquestas amateur.
El final de la guerra trajo
nuevas oportunidades. Los viejos contactos europeos que recordaban sus años del
Kroll le ofrecieron pequeños contratos, el mejor de los cuales fue el de la ópera
de Budapest, en la que pasaría varios años, también polémicos debido a su
nacionalidad norteamericana y su supuesta colaboración con el régimen comunista.
El Concertgebouw también contó
con él y en 1948 Legge le ofreció un concierto con la Philharmonia en el que una
Heroica de Beethoven monumental suscitó el interés de la BBC y de otras orquestas
europeas. Y, a partir de ese momento, las cosas comenzaron a mejorar para el
viejo Otto, que comenzaría su mejor etapa profesional a una edad en la que la
mayoría de las personas se jubilan.
Y el resto es historia.
Irregular, porque no todo fueron éxitos y laureles, pero de un fulgor dorado
indiscutible. Y gracias a ese epílogo podemos disfrutar del gran Otto
Klemperer, a quien muy probablemente se habría tragado el tiempo de no haber
sabido resistir en sus años más negros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario