lunes, 9 de enero de 2012

Cuarta entrega de la saga “Malaz: el Libro de los Caídos”


La Casa de Cadenas
Steven Erikson

Un panteón de dioses cambiante, alterable por las circunstancias. Un conjunto de Sendas que son las fuentes de la magia vinculadas, bien al panteón, bien a razas de seres ancestrales. Una Baraja de Cartas que refleja o anticipa (depende de las facultades del lector de la baraja) la situación de los diferentes dioses y de los paladines de cada uno de ellos.

Estos mimbres son la estructura de la vasta historia inventada por Erikson. Inmensa en su extensión (diez libros – todos con muchos centenares de páginas - el último de los cuales se terminó en 2010), en el marco espacial en que se desarrolla, en el sinfín de personajes que la pueblan y que acontece en un período temporal muy concreto que, sin embargo, se ve constantemente dilatado por la participación de razas, personajes y hechos acaecidos en un pasado remoto pero que aún permanecen vigentes en el momento en que se relata la historia.

En todos los libros se trenzan diferentes tramas y algunas incluso sobreviven a la finalización de un volumen y continúan en otro que no es el que le sucede inmediatamente en orden de lectura. Los libros no siguen una secuencia temporal exacta (el cuarto, por ejemplo, arranca en un momento anterior a lo relatado en los tres libros anteriores). Y Erikson no se dedica a dar explicaciones: el lector desconoce casi tantas cosas como los personajes de la historia.

Por lo tanto no estamos ante un libro al uso del género de Fantasía. Nos encontramos sumidos en una trama inmensa en la que casi nada parece lo que es. El libro exige atención para que con el transcurso de las páginas y los volúmenes podamos llegar a hilar el sentido del argumento... y merece enormemente la pena hacerlo. Porque lo que nos ofrece Erikson a cambio es homérico. Y si hay que atravesar momentos de confusión... ¡no desfallezcamos! A fin de cuentas, los propios dioses desconocen las consecuencias de muchos de sus actos.

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