El jugador
Iain M. Banks
Los británicos Iain M. Banks, Peter F.
Hamilton y Alastair Reynolds (del más veterano al más joven) son
los tres chicos de oro de la “space-opera” actual. Tres
estilos diferentes. El de Hamilton es populoso y lleno de meandros.
El de Reynolds es quizá el más barroco por la prosa y la
concentración de acontecimientos. El de Banks es el más cartesiano,
centrado en un solo hilo narrativo en cada novela. Los tres han
inventado sendas organizaciones espaciales creadas por una humanidad
que se expande por el universo y que interactúa, amistosamente o no,
con otras razas.
Leyendo a Banks da la sensación de que
su organización (La Cultura) es lo que le gustaría que fuéramos
frente, en el caso de esta novela, al Imperio Azad, que se parece
bastante a lo que somos en realidad. En “El jugador”
el protagonista es precisamente eso: un jugador profesional que
termina participando en un juego muy especial que vertebra una
civilización ajena a la Cultura.
Como
en otras novelas dedicadas al universo de la Cultura Banks nos
describe, sobre todo en la primera parte, diferentes aspectos de su
utópica ¿y deseada? sociedad. La segunda parte de la novela hace de
bisagra, narrando el viaje de nuestro protagonista, y en la tercera y
cuarta se produce el contacto con los alienígenas y el desenlace de
la trama. Es fascinante la
habilidad de Banks para, sin describir apenas ninguna regla o aspecto
físico, dotar de personalidad cada uno de los juegos que aparecen en
el relato. La parte del león es para el juego Azad, que da nombre al
Imperio y da sentido a toda su sociedad.
Y creo
que no se puede decir nada más sin desvelar detalles jugosos,
importantes y sorprendentes de la trama. Una de las mejores novelas
de la Cultura. Leerla ha sido un placer.
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