sábado, 25 de abril de 2015

Rusia y sus imperios

Rusia y sus imperios (1894 - 2005)
Jean Meyer

Un ensayo interesante que recorre la historia rusa desde el último zar hasta el advenimiento de Putin. En el debe el estilo (no sé si propio del autor o debido a la traducción) bronco y demasiado esquemático cuando describe muchos acontecimientos; a veces parece que se trate más de notas apuntadas en un cuadernillo que de un libro.

En cualquier caso, Meyer arroja una luz diferente sobre episodios que determinadas tradiciones han mostrado siempre desde una perspectiva muy limitada. Por ejemplo, la Rusia zarista no se derrumba bajo el empuje bolchevique apoyado por el pueblo ruso, sino que es víctima de la guerra mundial; el rearme de las masas es utilizado por los comunistas para derribar la reducida cúpula que apoyaba al zar y manejaba los asuntos políticos mientras que el ejército, superado por la guerra, en esta ocasión no acude en auxilio del soberano.

De este modo una dictadura es sustituida por otra, puesto que Lenin, ante una multitud de adversarios políticos divididos, hace prevalecer su posición por la fuerza (de las armas primero y de la represión implacable después). Tras la muerte imprevista del ideólogo, Stalin le sustituye manteniendo la línea marcada por su predecesor: control absoluto del aparato político a cualquier precio. Stalin, sin conocimientos económicos, adopta una serie de decisiones precipitadas y desastrosas que conducen a una quiebra económica general.

Durante todos estos acontecimientos la masa no se muestra ni resignada (como se la ha dibujado siempre bajo al yugo zarista) ni solidaria con el poder (pintura que debemos a la propaganda soviética), sino que se rebela, se manifiesta y toma el camino de la violencia cuando la situación se hace desesperada. El ejército se encargaría de aplastar la sublevación en la época zarista y la policía política lo haría durante la época comunista.

Tras la guerra y la muerte de Stalin, el Politburó es consciente de la imposibilidad física de mantener la situación: la economía se contrae año tras año, la agricultura no se adapta a los nuevos tiempos y el país carece de mano de obra cualificada. Jruschov intenta reformar el comunismo sin dejar de ser comunista y para tratar de mantener una imagen de coherencia ideológica, se inicia el enaltecimiento de Lenin en detrimento de Stalin, presentado como el malo. Sin embargo, el pueblo prefiere al tirano que les oprimía pero prometía que el sufrimiento era para lograr algo mejor, aunque fuera falso, al nuevo líder que inicia cambios cuyo final nadie es capaz de prever.

Tras la destitución de Jruschov se trata de mantener el camino de las reformas aparentando que nada cambia, pero el camino se muestra imposible y así sucede que Gorbachov decide renunciar a la carrera armamentística para dedicar los recursos al crecimiento del país. Sin embargo, sigue pretendiendo un régimen comunista lo que resulta insostenible frente a los cambios políticos y sociales promovidos por él mismo.

A partir de este punto el ensayo es menos analítico que descriptivo, pues como Meyer reconoce los hechos son demasiado recientes para poderlos racionalizar. En cualquier caso, parece que Yeltsin logró una mejora efectiva de las condiciones de vida aunque fue a costa de un enorme caos político, lo que condujo a la presidencia de Putin, un hombre conservador que mantuvo las reformas económicas a menor ritmo con una democracia descafeinada en la que la libertad de prensa está fuertemente controlada. ¿Un Stalin light?

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