domingo, 21 de mayo de 2017

El corazón de las tinieblas. Materia y energía oscuras

El corazón de las tinieblas. Materia y energía oscuras
Jeremiah P. Ostriker, Simon MItton

Un recorrido histórico acerca de nuestra visión del cosmos. En el prefacio se resumen las aproximaciones de la Antigüedad y de los grandes pensadores de la ciencia tal y como la concebimos actualmente (Copérnico, Galileo, Newton) y, a partir de ahí, el libro desarrolla el pensamiento relativista y todas las vueltas de tuerca que ha tenido a lo largo del siglo XX.

Nuestra posición en el universo, cómo está estructurado y por qué, de qué está hecho, ¿crece, decrece o es estacionario? Todas estas preguntas están tratadas y sorprende cómo algunas tardaron tanto en plantearse o cómo fueron abordadas en el vertiginoso comienzo del siglo pasado y luego olvidadas hasta la década de los setenta.

El penúltimo capítulo resume y ordena todo el material expuesto en los anteriores y el último plantea las dudas y limitaciones de las teorías conocidas. Un viaje a lo profundo, a la raíz, al corazón de las tinieblas.

“La cuestión del origen de la estructura [del universo] no empezó a ser considerada con seriedad hasta la década de 1970. Los trabajos para entender tanto los detalles más nimios como la dinámica global del universo nos llevaron a darnos cuenta de que los elementos químicos ordinarios de nuestro mundo visible no eran más que una pequeña parte de la materia y la energía del universo. El componente dominante que tiraba de las distintas partes a través de la gravedad era la materia oscura, que no interactuaba con la materia ordinaria salvo gravitatoriamente y existía dentro de las galaxias normales y alrededor de ellas. Finalmente, descubrimos que existía otro componente misterioso, la energía oscura, que se oponía a la gravedad y que, según se vio, alejaba unas galaxias de otras con intensidad creciente al aumentar la separación entre ellas. En términos de abundancia de materia-energía, la energía oscura supera abrumadoramente a la materia gravitante en una proporción de 3:1 y, dentro de la materia gravitante, el componente oscuro supera a los elementos químicos normales en una proporción 5:1”
(pg. 244)

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