sábado, 6 de mayo de 2017

Goya

Goya
Robert Hughes

Polémico, desinhibido en cualquiera de sus opiniones, mordaz en sus críticas, refractario al arte posmoderno, pero también informadísimo, culto y propietario de una prosa suntuosa y de una precisión deslumbrante cuando describe la pintura. Un terrible accidente de tráfico lo tuvo sometido a más de una decena de operaciones durante todo un año y en los sueños de esas noches se le aparecían los grabados de Goya, lo que le condujo a escribir este libro.

Siendo Hughes como era, el libro no es únicamente sobre Goya; también hay incursiones en fragmentos de la historia de España en los que el autor expresa su punto de vista subjetivo sin cortapisas. Es quizá la parte más discutible del ensayo porque no aporta datos (tampoco es el objetivo del libro) pero aun así gusta leerlas.

En cualquier caso, el grueso del volumen recorre la vida de nuestro aragonés, que llegó al deseado puesto de pintor de la corte de Carlos III cuando se acercaba a los cuarenta (casi en la ancianidad para lo habitual en aquella época) y a partir de ahí desarrolló una de las carreras artísticas más personales y fascinantes de la historia del arte. A pesar de lo cual, a su muerte su nombre casi desapareció del mapa de la pintura y algunos de sus cuadros y grabados más importantes ni siquiera habían sido expuestos nunca (los sucesos del 2 y el 3 de mayo, los Desastres, los Caprichos). Afortunadamente el entusiasmo de historiadores franceses sacó a la luz su obra, si bien aplicando un sesgo romántico a su biografía que no era demasiado veraz pero que, para los que no somos aficionados a la pintura, ha persistido hasta hoy.

El libro de Hughes aclara malentendidos, sitúa al autor en su época (lo que confiere más mérito aún a su pintura) y, sobre todo, sumerge en la obra de Goya y hace que disfrutemos leyendo sobre ella. Un imprescindible.

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