jueves, 29 de marzo de 2018

El otoño de la Edad Media

El otoño de la Edad Media
Johan Huizinga

“Cuando el mundo era medio milenio más joven, tenían todos los sucesos formas externas mucho más pronunciadas que ahora. Entre el dolor y la alegría, entre la desgracia y la dicha, parecía la distancia mayor de lo que nos parece a nosotros. Todas las experiencias de la vida conservaban ese grado de espontaneidad y ese carácter absoluto que la alegría y el dolor tienen aún hoy en el espíritu del niño. Todo acontecimiento, todo acto, estaba rodeado de precisas y expresivas formas, estaba inserto en un estilo vital rígido, pero elevado. Las grandes contingencias de la vida – el nacimiento, el matrimonio, la muerte – tomaban con el sacramento respectivo el brillo de un misterio divino. Pero también los pequeños sucesos – un viaje, un trabajo, una visita – iban acompañados de mil bendiciones, ceremonias, sentencias y formalidades.”

Un recorrido por los siglos XIV y XV, el final de toda una era, por Francia, Borgoña y los Países Bajos. Un intento de aproximarnos al modo de vida, a la percepción del amor, de la religión, del simbolismo de toda una época que fue violenta y delicada, llena de contrastes, como este testimonio de Odón de Cluny, hombre religioso y pecador impenitente:

“La belleza del cuerpo está solo en la piel. Pues si los hombres viesen lo que hay debajo de la piel, así como se dice que el lince de Beocia puede ver el interior, sentirían asco da la vista de las mujeres. Su lindeza consiste en mucosidad y sangre, en humedad y bilis. El que considera todo lo que está oculto en las fosas nasales y en la garganta y en el vientre encuentra por todas partes inmundicias. Y si no podemos tocar con las puntas de os dedos una mucosidad o un excremento, ¿cómo podemos sentir el deseo de abrazar el odre mismo de los excrementos?”

Un libro lleno de belleza.

viernes, 16 de marzo de 2018

Hacia rutas salvajes

Hacia rutas salvajes
Jon Krakauer

Pulitzer para Krakauer, que amplió en este libro el contenido del artículo que escribió para la revista Outside en 1993, unos meses después de que la noticia del fallecimiento por hambre del joven Chris McCandless ocupara la actualidad informativa de gran parte de Estados Unidos.

Inteligente, brillante, hastiado del mundo consumista y sus servidumbres, Chris eligió el pseudónimo de Alex Supertramp, se fue deshaciendo de su dinero y de sus pertenencias y, sin anunciar nada a nadie, emprendió una vida de vagabundo, subsistiendo con trabajos temporales, viajando como polizón en trenes de mercancías, o a pie, o haciendo autostop, o en canoa, y recorriendo la Costa Oeste y el norte de México.

Hasta alumbrar la que sería su gran epopeya: sobrevivir en Alaska empleando únicamente lo que la naturaleza pudiera proveerle. Aislado por la crecida de los ríos provocada por el deshielo y sin ningún mapa, la vida de Chris terminó a los 113 días de su llegada a Alaska; a 800 metros de un cable que cruzaba el río que no podía vadear, a 25 kilómetros del parque natural más visitado de Alaska y a 30 de la población más cercana.

La muerte del joven provocó todo tipo de reacciones, la mayoría de ellas despreciando su arrogancia, su egoísmo al abandonar a su familia sin motivo aparente manteniéndola desinformada y su incapacidad para llevar a cabo su proyecto.

Krakauer, en la sección central de su libro, narra las peripecias de otros nómadas del siglo XX que optaron por abandonar el modo de vida que todos conocemos; y en la segunda parte del libro alumbra la vida de Chris desde el punto de vista de las personas que lo conocieron, haciendo incluso un paralelismo entre su propia juventud y la del protagonista de la aventura.

Sensacional todo él, pero absolutamente inolvidable la primera mitad del libro, en la que Krakauer consigue hacernos ver las cosas como quizá las vio Alex Supertramp.

El muro de las tormentas

El muro de las tormentas
Ken Liu

Después de este truño que abandono cuando llevo leído solo un tercio todas las dudas quedan despejadas: esto es un pufo descomunal. Aquí lo dejo. No pierdo más tiempo. No me explico que un autor como Ken Liu haya escrito esta porquería.

domingo, 11 de marzo de 2018

Camille

Camille
Pierre Lemaitre

Y con esto se terminan las aventuras de mi inspector preferido. Como en los libros anteriores, hay una aproximación puntillista a los personajes y sus circunstancias que hace que los sintamos cercanos; hasta los malvados nos resultan humanos.

Aquí el protagonista es el propio Verhoeven y toda la trama lo envuelve y gira en torno a él hasta abrochar con los sucesos y personajes que conocimos en su primera aventura. Ha sido un placer.

domingo, 4 de marzo de 2018

Utz

Utz
Bruce Chatwin

La reseña de un libro suyo sobre la Patagonia fue lo que me llevó hasta Chatwin. Luego el libro sobre la Patagonia lo abandoné a las pocas páginas porque no era lo que esperaba, pero me quedó el recuerdo de algo diferente, que utilizaba los viajes y los lugares para disfrazarse.

Así que comencé esta brevísima semblanza del supuesto barón Utz, checo descendiente de nobles, atrapado voluntariamente en la Praga del telón de acero y coleccionista compulsivo de porcelanas.

Y, sin embargo, esto que acabo de escribir, aunque es el argumento del libro, no es en realidad su contenido. Porque Chatwin hace lo más difícil de todo, que es transformar la materia escribiendo muy bien.