miércoles, 23 de septiembre de 2020

Vampiros… y más que vampiros

Vampiros… y más que vampiros
Varios autores

Otra entrega de las selecciones de relatos que Valdemar ha ido agrupando por temas en coquetos volúmenes de tamaño bolsillo con tapa dura. En esta ocasión, los siniestros vampiros. Aquí los hay canónicos, condales, como el más famosos de ellos; también los hay sedientos de las emociones de los demás, o víctimas de maldiciones; provenientes del mundo de las hadas; adaptados a la modernidad y hasta los hay cefalópodos.

Pollidori y su vampiro victoriano inician el volumen, que continua con Hawthorne, un vigoroso Dumas, el inevitable Poe, un relato muy gótico de Vignon y una sucesión que siempre está bien escrita y hecha como mínimo con oficio. Así que todo es buena literatura y se disfruta.

En general me he sentido más indiferente cuanto más romántico era el estilo: esos personajes ciclotímicos que llegan al ataque de nervios por una sonrisa entrevista me resultan muy artificiales. Los relatos que más me han gustado han sido “La dama pálida” de Dumas, escrito con intensidad y fuerza; “El parásito” de Conan Doyle, fascinante, con una gradación de la trama hecha con mano maestra; “Hijo de sangre”, de Richard Matheson, que es un ejemplo perfecto de su estilo directo y utilitario en el que unas palabras descarnadas cincelan un carácter y que en pocas páginas es capaz de causar auténtica aprensión y dar varios golpes argumentales y, por último, “El final de la noche”, de José María Latorre, el único español de la antología, muy clásico y verosímil pero actualizado y con un final inquietante.

Buenas traducciones a pesar de esa manía de Mauro Armiño por retorcer el diccionario (azulescos por no escribir azulados o albadas por evitar albas como plural del amanecer).

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