martes, 22 de junio de 2021

Felipe IV y la España de su tiempo

 

Felipe IV y la España de su tiempo
Alain Hugon
 
El Rey Planeta, que era como lo llamaban sus contemporáneos, reinó más de cuarenta años y siguió siendo famoso tras su muerte. Después, el tiempo lo borró de las páginas de la historia y hoy día lo recordamos como un hombre de escaso entendimiento, disipado en placeres y cacerías; un alunado apresado por el puño de Olivares y el responsable del final de las glorias de la monarquía española.
 
En este retrato de Hugon, en el que se accede a la figura del monarca directamente y también a través de las vidas de Olivares y Velázquez, el negro de su biografía queda matizado por muchas luces. El hombre voluptuoso existió, pero junto a alguien dedicado a su tarea, empeñado en leer e informarse de tanto como fuera posible y decidir en consecuencia; prescindió de Olivares cuando la política fiscal del Conde-Duque tensó las relaciones con las diferentes posesiones de la corona; fue un hombre con sensibilidad para el arte, que percibió la colosal valía de Velázquez y muchos otros artistas del momento. También sufrió amargas pérdidas familiares (esposa, hermanos e hijos) y en el final de su reinado se encontró prácticamente sólo y cercado por una coalición de países (Portugal, Francia, Inglaterra, Holanda, Prusia) a los que con las levas e impuestos que recaían principalmente sobre el pequeño reino de Castilla era imposible oponerse.
 
A su muerte las posesiones de la monarquía estaban práctica y milagrosamente intactas, pero el organismo presentaba ya claros signos de descomposición: la inmensidad de los territorios y su heterogeneidad legal impedían una auténtica gestión coordinada, y los rivales, que empezaban a ser numerosos, no estaban dispuestos a dejar pasar la oportunidad.
 
Un libro muy interesante sobre un personaje bastante abandonado hoy día. La figura de Velázquez recorre todo el libro; es increíble que consiguiera lo que consiguió vista su obsesión con el ascenso social (en su testamento ni siquiera mencionó su cargo como pintor de la corte, pues era considerado un oficio plebeyo) y sus aplastantes obligaciones como ujier, alguacil, guardarropa, superintendente y aposentador real, que consumían su tiempo y su energía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario