lunes, 9 de agosto de 2021

SPQR


SPQR
Mary Beard

El comienzo de esta historia es el consulado de Cicerón. Después, Beard hace retroceder el reloj hasta el brumoso comienzo de la ciudad eterna, pasando por los míticos reyes, la República y los emperadores hasta Caracalla, cuando un edicto del emperador concedió, sin que se sepan con certeza las razones, la ciudadanía romana a todos los habitantes del imperio.

Una historia llena de pequeñas piezas, de los diminutos restos que han llegado hasta nosotros glosando breves fragmentos de algunas vidas anónimas, como la del ex esclavo que logró tener un negocio propio; o la del panadero que se hizo rico y pudo costearse un fastuoso monumento funerario; o la de los historiadores romanos que, conscientes de la incoherencia de sus propios mitos, los reescribieron, aplicándoles el barniz de los hechos sucedidos y desdibujando aún más los rasgos de lo que realmente sucedió.

Una historia de mil años, con más huecos e incógnitas que certezas.

“Ya no creo, como antes ingenuamente sí lo creía, que tengamos mucho que aprender directamente de los romanos, ni siquiera de los antiguos griegos, ni de ninguna otra civilización antigua. No tenemos necesidad de leer sobre las dificultades de las legiones en Mesopotamia ni contra los partos para comprender que cualquier intervención militar moderna en Asia occidental sería desacertada. Ni siquiera estoy segura de que los generales que proclaman seguir las tácticas de Julio César lo hagan más allá de su imaginación (…) Además, los romanos estaban tan divididos como lo estamos nosotros sobre cómo pensaban que funcionaba, o debería funcionar, el mundo.”

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