Otro súper clásico del XIX y de nuevo los sentimientos encontrados durante la lectura. Está claro que muy pocos autores son capaces de trascender a su época; Dickens y Tolstói sólo hay dos.
En este caso, Brontë fabrica una galería de personajes que debieron de resultar de lo más chocantes en su momento; y, en el caso de Heathcliff, directamente odioso ante su desprecio a todos los demás.
Lo que pasa es que la factura técnica es muy irregular y los estereotipos y dengues de la época están por todas partes. A mí los personajes, que son el mayor atractivo de la novela, me han resultado poco creíbles; más parecidos a guiñoles que a tipos humanos. En cualquier caso, no me he aburrido leyéndola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario