domingo, 31 de julio de 2022

Un Dios inclemente

 

Un Dios inclemente
Steven Erikson
 
Justo un año después de terminar su ciclópea saga malazana, Erikson se embarcó en la trilogía de Kharkanas (ambientada en épocas pretéritas a las que conocimos en esos diez libros), de la que publicó el segundo libro en 2016 y aún no ha escrito el tercero. Y desde entonces nada más, hasta ahora, que se ha descolgado con una nueva trilogía.
 
En esta ocasión asistimos a acontecimientos posteriores a los que ya habíamos leído. Las sendas mágicas, tras la acción de Icarium, se han reconfigurado; algunas han desaparecido, otras nuevas han sido creadas y otras están cambiando de naturaleza. El gran muro de hielo levantado por los jaghut en tiempos inmemoriales se resquebraja y el mar que contenía se derramará con violencia anegando las tierras del norte. La migración de las tribus teblor hacia el sur les conducirá directamente a los dominios del imperio malazano, ahora en aparente decadencia tras años de paz.
 
Después de dibujar el gran diseño, Erikson se limita a una pequeña área geográfica y a un momento concreto y estructura la narración como en los primeros libros de Malaz, que son los mejores: capítulos generosos dedicados a un grupo muy concreto de personajes (en lugar de capítulos larguísimos con micro intervenciones de decenas de ellos). De esta forma la narración queda más concentrada y el argumento menos disperso; además, como el gran tapiz del mundo malazano ya lo tejió (más o menos) en los diez libros anteriores, ahora no necesita ir introducir nuevos bucles ni digresiones. En resumen: es un Malaz estupendo, quizá con un cierto sabor a franquicia, pero escrito con calidad y ganas. Y sigue ofreciendo sentido de la maravilla.

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