sábado, 2 de diciembre de 2023

The Paris Review (1984-2012)

 

The Paris Review (1984-2012)
Varios

Segundo y también maravilloso tomo de la selección de entrevistas de la revista Paris Review que nos trajo Acantilado. Este volumen es más cercano en el tiempo, por lo que hay más nombres y referencias conocidos.

Entre los que me han llamado la atención por uno u otro motivo, están Kundera, que en las entrevistas es igual de pesado que en sus novelas, en las que no parece encontrar ningún defecto; Roth e Ionesco son muy locuaces, pero cuentan pocas cosas personales y casi toda la entrevista es sobre algún personaje de una novela concreta. Cortázar, ya enfermo, concede una entrevista tristemente breve, aunque habla mucho sobre las fuentes de sus relatos, así como de política, y nos regala la anécdota del chico que le reconoce por la calle en Barcelona y le regala un pastel en agradecimiento a sus libros.

John Irving da un perfil clásico, sin pelos en la lengua, poliédrico, con muchos intereses más allá de la literatura; por el contrario, Yourcenar resulta exquisita, de una intelectualidad acerada; llega a racionalizar tanto que despoja al amor de contenido.

También me gustaron Doris Lessing, muy natural, con los pies en la tierra, apegada al presente y sin mirar atrás, el joven Vargas Llosa, torrencial, obsesionado con la técnica y con la política y Margaret Atwood, que es visceral y muy combativa con los derechos de las mujeres.

Atrayente Tom Wolfe, provocador, desafiante, astuto. De Lillo pone a Borges como modelo de dedicación a la literatura y resulta espontáneo; de los pocos que no reelaboran su pasado desde la gloria presente.

Hay apariciones a priori sorprendentes, como la de Patrick O’brien, que sólo habla de literatura y no tiene engreimiento; o la de Billy Wilder, eléctrico a sus 90 años, aunque más anecdótico que otra cosa.

George Steiner protagoniza la entrevista más extensa, casi un pequeño libro ella misma. Bastante pedante, pero también encantador. Una mente prodigiosa que bucea en la historia y la literatura. Frente a él, palidece un Cela mundano, emparentándose a sí mismo con escritores famosos y acontecimientos sociales, que habla poco de literatura y cuando lo hace es de forma superficial. En algún comentario raya la mezquindad.

Me han sorprendido el enfoque de Kapellmaister de Julian Barnes y también la cantidad de intereses científicos de McEwan, que es de los que más habla sobre cómo escribe. Y también de los últimos del volumen, un cerebral, sosegado y agudo Javier Marías; un travieso Ishiguro, que contrasta enormemente con sus hieráticos personajes; y el ácido y provocador Houellebecq, que parece buscar obsesivamente lo enfermizo y feo del ser humano.

No es el último entrevistado, pero luce especialmente un Umberto Eco avasallador y ocurrente. El entrevistador cita la crítica del periódico oficial del Vaticano sobre “El péndulo de Foucault”: “es un batiburrillo de profanaciones, blasfemias, bufonadas y obscenidades unidas con la argamasa de la arrogancia y el cinismo”. Por no hablar de la opinión de Eco sobre las novelas de los demás: “o bien considero una novela peor que las mías, y no me gusta. O bien sospecho que es mejor, y tampoco me gusta”.

En general, los autores del segundo volumen me han parecido menos fantoches que los del anterior; hay menos escritores dedicados a crear un personaje público y muchos de ellos hasta parecen desconcertados ante el hecho de la escritura.

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