domingo, 9 de diciembre de 2012

Por qué leer los clásicos


Por qué leer los clásicos
Italo Calvino

Una vez más me encuentro con un libro que al final tiene poco que ver con lo que yo esperaba antes de leerlo. Este volumen reúne dos colecciones de ensayos, que el propio Calvino recopiló en vida, sobre libros y autores variopintos que la hija del autor describe en una nota preliminar como “los libros de los escritores y poetas, los hombres de ciencia que más contaron para él, en diversos periodos de su vida”. Como en cualquier recopilación lo primero que destaca es lo que no está (Cervantes, Quevedo, el boom latinoamericano – salvo Borges -, Joyce, Kafka, Faulkner, etc.) y lo segundo, entre lo que sí está, lo que se ha elegido para representarlo.

En general los ensayos son poco divulgativos. Se centran en aspectos muy concretos o muy técnicos de cada obra y en exégesis, bien ideadas por Calvino, bien por otros autores, de las mismas. Me quedo con los dedicados a la “Anábasis” (muy cinematográfico), al “Robinson Crusoe” (afilado e irónico), a Hemingway (escrito el año en que recibió el Nobel desde el punto de vista de un escritor que aprendió a escribir leyendo al norteamericano) y a Borges (desconocido en Italia hasta los años cincuenta).

Pero lo realmente extraordinario del libro es el prólogo, del propio Calvino: “Por qué leer los clásicos”, en el que propone catorce definiciones diferentes llenas de ingenio e ironía para establecer qué significa la etiqueta clásico aplicada a una obra literaria.

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