La
era de la Revolución (1789-1848)
Eric
Hobsbawm
Este
es el primero de los tres libros en los que el gran historiador
británico fijó lo que él mismo bautizó como siglo XIX largo; el
que, desde un punto de vista historiográfico, comenzaría con la
Revolución Francesa y finalizaría con la Primera Guerra Mundial.
Este
primer ensayo, publicado en los años sesenta (los otros dos vieron
la luz en los setenta y en los ochenta, respectivamente), se centra
en las dos revoluciones (la francesa y la industrial) que originaron
el mundo actual y estudia sus consecuencias hasta el gran estallido
social del año 1848.
El
libro comienza con un brillante capítulo dedicado a describir el
mundo inmediatamente anterior al período estudiado: los transportes,
la población, la legislación, la tecnología e incluso la
alimentación cotidiana se describen para darnos una idea de cómo
fue aquella Europa dieciochesca; una civilización completamente
ajena al hombre de hoy.
Los
siguientes capítulos describen la gestación de ambas revoluciones
así como el período de guerras al que condujeron, seguido por esa
Santa Alianza que pretendió volver el reloj de la historia atrás y
dejar las cosas como antes de aquellos acontecimientos. La aparición
de los nacionalismos, la espantosa forma de vida de los trabajadores
de las fábricas, las hambrunas sucesivas en años de malas cosechas
en unas naciones que ya no funcionaban como antes, fueron el germen
de diversas revueltas en todo el continente y depositaron las brasas
de las que surgiría el incendio colosal de 1848.
Los
capítulos dedicados a las dos revoluciones y a la transformación de
la economía son el cenit del ensayo. Los más débiles son sin duda
los dedicados a las ciencias y a las artes, en los que Hobsbawm
intenta evitar una mera enumeración de nombres y trata, sin
conseguirlo, de emparentar las transformaciones sociales y económicas
con las nuevas corrientes de pensamiento. A pesar de los altibajos,
un libro lúcido que consigue, en muy pocas páginas, desentrañar
las claves de un período turbulento y complejo. El ensayo se cierra
con una premonitoria cita escrita en 1831 por Victor Hugo en la que
decía oír “el ronco son de la revolución, todavía lejano, en
el fondo de la tierra, extendiendo bajo cada reino de Europa sus
galerías subterráneas desde el túnel central de la mina, que es
París”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario