martes, 31 de octubre de 2017

Pierre Monteux, Maître

Pierre Monteux, Maître
John Canarina

Si alguna vez se hace una lista de los directores de orquesta geniales más discretos, sin duda Pierre Monteux ocupará un lugar destacado en ella. Como cuenta Canarina, su persona dio tan poco que hablar que solo existen otras dos biografías serias dedicadas a él; la que escribió su mujer y otra que solo se publicó en francés. Esta de Canarina intenta ser un intento de aproximación riguroso que nos acerque al músico y a la persona empleando documentos y cartas que pertenecían a la familia y que hasta ahora no se habían publicado.

Monteux fue un músico muy interesante. Interpretó ante Brahms sus propios cuartetos y conoció a Saint-Säens, Ravel, Debussy, Stravinsky, etc. y estrenó algunas de sus obras más importantes. En vida tuvo que pasar mucho tiempo para que se le considerase un gran artista; su prestigio le vino de su capacidad para formar orquestas, para conseguir de forma rápida grandes resultados sonoros; pero tardó en ser valorado como artista original (en Boston ni siquiera le renovaron la titularidad, siendo sustituido sin previo aviso por Koussevitzky) de forma unánime.

El libro de Canarina es entretenido y recoge bastantes datos poco conocidos y hasta sorprendentes (por ejemplo, las primeras grabaciones de Monteux para RCA se realizaron a través de cable telefónico para evitar costosos desplazamientos a Los Ángeles durante la Segunda Guerra Mundial). Sin embargo, en muchos momentos es solo una enumeración de conciertos o de grabaciones (sobre las cuales no se recogen más comentarios que los del propio Canarina), y al final no se logra tener un perfil profesional de Monteux (¿cómo ensayaba?, ¿cómo preparaba las grabaciones?, ¿cómo se relacionaba con otros artistas?). Está muy lejos de lo que Sachs logró con Toscanini, pero en cualquier caso es una lectura interesante de la que se sacan cosas como este extracto de una entrevista de Monteux para el “The New Orleans Times” el 22 enero 1958 en  (página 270):

“The business of not applauding between movements of a symphony is absolutely ridiculous. Absolutely. It is now almost universal, but why? People say they don’t want to destroy the musical line by interrupting it with applause. This is stupid. If a composer wanted a line, he would not indicate a pause between movements. Of course, I do not think the audience should applaud unless it wants to”

O el record de haber dirigido a más de cien orquestas durante toda su carrera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario