miércoles, 18 de septiembre de 2019

La Guerra Fría

La Guerra Fría
Odd Arne Westad

Un libro que rellena un hueco importante en la bibliografía en castellano. Curiosamente tenemos poco traducido sobre este tema.

Cuando lo comencé esperaba un libro analítico, pero Westad es más bien narrativo: va describiendo los acontecimientos y el modo en que se relacionan entre sí, incluyendo de vez en cuando pequeñas digresiones que explican las posibles motivaciones de los países implicados en los sucesos. Por lo tanto, como resumen del fenómeno de la Guerra Fría es muy útil pero no es un libro que explore con profundidad el tema. Se agradece que se detenga en las zonas del planeta de las que menos se suele hablar durante el transcurso de ese medio siglo que va del final de la Segunda Guerra Mundial a la desintegración de la Unión Soviética, abordándolas no sólo desde el punto de vista de las dos potencias, sino también del de los propios implicados: Oriente Medio, Vietnam, Corea, África y Latinoamérica aparecen no solo como títeres, sino también como protagonistas (que, a fin de cuentas, es lo que también fueron).

Es muy interesante la introducción, en la que trata de colocar el fenómeno de la Guerra Fría en la perspectiva de un historiador del futuro; y también el final, en el que concluye que el final de la Guerra Fría fue consecuencia de los cambios en el mundo: las transformaciones económicas de los años 70 que comenzaron beneficiando a Estados Unidos y terminaron beneficiando más a China y al sudeste asiático, lo que condujo a este mundo multipolar en el que vivimos ahora.

Me han parecido muy valiosas las citas de testimonios de todo tipo (diplomáticos, conversaciones telefónicas entre mandatarios) que trufan el libro. Estos tres me han gustado especialmente porque definen muy bien un momento o un personaje:

Esto es de un discurso de Reagan para ganar la candidatura republicana para las elecciones de 1976 (finalmente el candidato fue Gerald Ford, que perdió las elecciones contra Carter). Dibuja al personaje perfectamente y, en el contexto de la época, se comprende su éxito posterior:

“durante el mandato de los señores Kissinger y Ford este país se ha convertido en el segundo poder militar en importancia en un mundo en el que el ser el segundo mejor es peligroso, cuando no fatal (…) Nuestra nación está en peligro. La paz no viene de la debilidad o de la retirada. Viene del restablecimiento de la superioridad militar estadounidense (…) Pregunten a la gente de Letonia, Estonia, Lituania, Checoslovaquia, Polonia, Hungría y de las demás: la RDA, Bulgaria, Rumanía, pregúntenles lo que es vivir en un mundo en el que la Unión Soviética es el Número I. Yo no quiero vivir en esa clase de mundo; y pienso que ustedes tampoco (…) Creo que Dios tuvo un propósito divino al colocar esta tierra entre los dos grandes océanos para que los que amaban la libertad y tenían el valor de dejar sus países natales la encontraran. Desde nuestros antepasados a nuestros actuales inmigrantes, procedemos de todos los rincones de la Tierra y todos los orígenes étnicos, y hemos devenido una nueva estirpe en el mundo. Somos estadounidenses y tenemos una cita con el destino”

Otro que me hizo mucha gracia es el de un amigo del autor, que vivía en la URSS y que le comentó que su hijo había escuchado tantas veces la marcha fúnebre de Chopin (se programaba para los funerales de Estado de los Secretarios Generales) en la televisión, que pensaba que era el himno soviético.

Y el mejor de todos, la letra de un grupo de rock húngaro de finales 70: “cualquiera que hoy tenga veinte años quiere vomitar de asco”. Terminaron en la cárcel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario