martes, 29 de diciembre de 2020

El infinito en un junco

 

El infinito en un junco
Irene Vallejo

 
Unos jinetes al servicio del faraón de Egipto recorren Grecia con las bolsas repletas de oro. Buscan libros. La Gran Biblioteca de Alejandría, famosa en todo el mundo antiguo, pero de la que nadie dejó una descripción (¿cómo eran el edificio, las salas, los depósitos de los libros?), lo engulle todo; el faraón desea que aglutine todos los libros del mundo.

Así comienza el bello ensayo de Irene Vallejo, que va desde los orígenes de la escritura y del libro como objeto hasta el final del Imperio romano, viajando siempre entre el pasado y el presente, anudando nuestra visión con la del pasado mediante ese objeto milenario que es el libro.

En la parte dedicada a Roma pierden presencia los temas históricos y aparecen con más frecuencia las cuestiones de actualidad, por lo que el ensayo pierde algo de brío e interés. En cualquier caso, es muy entretenido, tiene pasajes muy hermosos y acumula enormes cantidades de datos, citas y curiosidades poco conocidas. Como ésta:

¿Qué?
¿Todavía escucháis a Mendelssohn?
¿Todavía recogéis margaritas?
¿Todavía celebráis los cumpleaños de los niños?
¿Todavía ponéis nombres de poetas a las calles?
Y a mí, en los años setenta de dos siglos atrás, me aseguraban que los tiempos de la poesía habían pasado, al igual que el juego de las prendas, o leer las estrellas, o los bailes en casa de los Rostov
¡Y yo, tonto, casi lo creí!
Izet Sarajlc: “Carta al año 2176”

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