Ese músico que llevo dentro
Alejo Carpentier
Aunque su carrera
académica fue muy irregular, los padres de Alejo Carpentier
(arquitecto él, profesora ella y ambos músicos aficionados que
tocaban en violonchelo y el piano) le procuraron una vasta formación
cultural desde niño. Fue precisamente esa esmerada formación la que
lo condujo al periodismo culto, al que dedicó el grueso de su
producción. Más de cuatro mil artículos, según algunas
estimaciones, en los que trató cuestiones musicales, literarias,
arquitectónicas, etnográficas, cinéfilas o históricas hasta
abarcar prácticamente cualquier aspecto relacionado con la cultura.
Los ensayos recogidos en
este libro tienen como hilo conductor la música, arte que Carpentier
amaba especialmente y sobre el que poseía conocimientos
enciclopédicos tanto en lo referente a cuestiones técnicas como
históricas. El grueso de estos ensayos lo forman artículos escritos
durante los años cincuenta en el diario venezolano “El
Nacional”. Los temas tratados son de todo tipo, unas veces
relacionados con la actualidad musical de la época y otras con las
inquietudes del propio escritor. Conversaciones mantenidas con
Milhaud, Honegger o Erich Kleiber; comentarios sobre la naciente
discografía de la época o conciertos de Argenta, Bernstein,
Furtwängler o Horenstein; reflexiones sobre controversias
interpretativas, imprecisiones biográficas y cuestiones
estilísticas; análisis de algunas programaciones sinfónicas y
operísticas de la época... La curiosidad, la capacidad de trabajo y
la agudeza de Carpentier parecen ilimitadas. La lectura continuada de
estos artículos resalta también el gusto y la pasión que nuestro
autor sentía hacia la música contemporánea.
En varias ocasiones he
pensado que estos artículos recuerdan a los que mensualmente escribe
Antonio Muñoz Molina para la revista “Scherzo”. Es
curioso cómo Carpentier, al contrario que Muñoz Molina, jamás se
coloca en el foco del artículo; nunca es él el protagonista, nunca
desvía la atención de la cuestión musical que trata. Y todo lo
hace con una prosa destilada, personalísima y llena de precisión en
la que cabe todo el idioma castellano sin que en ningún momento
aparezcan la vanidad ni el exhibicionismo.
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