Kraken
China Miéville
He llevado mi paciencia al extremo y he alcanzado a leer los
dos primeros tercios. Después lo he dejado. El libro es indescriptible. Es como
si Miéville hubiera decidido volcar en el papel cualquier ocurrencia que le
pasara por la cabeza: metáforas peregrinas, constantes virajes en el argumento,
personajes grotescos, trama deshilvanada. Algunos comentan que en realidad se
trata de una parodia; una parodia de sí mismo, supongo, y de sus libros
anteriores.
Me queda
en la pila “Embassytown”. Como sea del mismo jaez que este, lo mío con Miéville
habrá terminado.
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