martes, 8 de enero de 2013

Algo va mal


Algo va mal
Tony Judt

Hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos hoy. Durante treinta años hemos hecho una virtud de la búsqueda del beneficio material: de hecho, esta búsqueda es lo único que queda de nuestro sentido de un propósito colectivo. Sabemos qué cuestan las cosas, pero no tenemos idea de lo que valen. Ya no nos preguntamos sobre un acto legislativo o un pronunciamiento judicial: ¿es legítimo? ¿Es ecuánime? ¿Va a contribuir a mejorar la sociedad o el mundo?
(…)
No podemos seguir viviendo así. El pequeño crac de 2008 fue un recordatorio de que el capitalismo no regulado es el peor enemigo de sí mismo: más pronto o más tarde está abocado a ser presa de sus propios excesos y acudir al Estado para que lo rescate. Pero si todo lo que hacemos es recoger los pedazos y seguir como antes, nos aguardan crisis mayores durante los años venideros.”

Este es el demoledor comienzo del breve ensayo de Tony Judt en el que, mediante razonamientos apoyados en datos suministrados por organismos internacionales, pone de manifiesto la gran mentira del “liberalismo” salvaje que se ha adueñado de la economía, la política y la sociedad durante las últimas décadas. La privatización del ferrocarril británico; la injerencia desbocada en la vida política del dinero proveniente de los bancos; la falta de ética de los líderes políticos, su ceguera ante los problemas globales y su carencia de argumentos políticos para afrontar los desafíos de la realidad. Todas estas cuestiones son abordadas con lucidez y en todos los casos se proponen alternativas al modus operandi al que nos han acostumbrado.

Cada sección está acompañada por citas como esta de Keynes (oportunísima a día de hoy, cuando los jerarcas del FMI reconocen que han echado mal las cuentas):

Los hombres prácticos, que se consideran exentos de toda influencia intelectual, suelen ser esclavos de algún economista ya caduco. Los orates en el poder, que oyen voces en el aire, extraen su frenesí de algún escritorzuelo académico de hace años. Estoy seguro de que el poder de los intereses creados se ha exagerado enormemente en comparación con la restricción gradual de las ideas.

Un libro valiente, rotundo y necesario que siempre tiene como epicentro a las personas.

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