sábado, 2 de marzo de 2013

Mark Twain. Autobiografía


Autobiografía
Mark Twain


Samuel Langhorne Clemes, que así se llamaba civilmente Mark Twain, fue escribiendo anotaciones autobiográficas desde la década de 1870 y continuó haciéndolo casi hasta el final de su vida. El proyecto de su autobiografía le ocupó varios años y fue su secretario personal quien reunió los materiales y editó póstumamente el libro en su forma definitiva.

Es un libro peculiar, que da saltos adelante y atrás en el tiempo (aunque nunca es confuso) y que en general no se centra en los grandes acontecimientos profesionales de la vida del autor. El grueso de la información refiere anécdotas, chismes, rencillas, recuerdos y curiosidades. Casi todo está contado con tal socarronería que hay ocasiones en las que uno piensa que eso no le pasó a Twain, sino que desearía que le hubiese sucedido, y que, incluso, está componiendo su autobiografía con pasajes que excluyó de “Huckleberry Finn” o “Tom Sawyer”. Así finaliza, por ejemplo, el primer capítulo:

Cuando era joven, podía recordar cualquier cosa, hubiera sucedido o no. Pero mis facultades están decayendo ya y pronto me convertiré en alguien que no recuerde más que las cosas que nunca han sucedido. Es triste hacerse pedazos de esta forma, pero todos tenemos que llegar a eso.”

Aunque Twain murió siendo un hombre rico, sufrió muchas privaciones durante su infancia y juventud y llegó a arruinarse varias veces, por lo que el dinero es una presencia permanente en todo el libro. También hay confesiones graciosas como por ejemplo su debilidad (cuidadosamente disimulada) por los reconocimientos del mundo académico, de los que se vio privado durante décadas.

No faltan momentos de gran lirismo e intensidad emocional, como el evocador cuarto capítulo en el que rememora sensaciones de su infancia (la comida, los bosques, los paisajes, las gentes), o el sobrio y estoico trigésimo séptimo en el que recuerda el nacimiento y muerte de su primer hijo y reflexiona sobre la vacuidad de las ambiciones humanas. En los capítulos finales, en los que recoge la muerte de sus dos hijas mayores y la de su mujer, predomina la melancolía.

Un libro entrañable.

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