jueves, 11 de octubre de 2012

Fafhrd y el Ratonero Gris


Espadas y demonios
Espadas contra la muerte
Fritz Leiber

Hace ya casi una eternidad, después del conocer “El hobbit” y devorar “El Señor de los Anillos”, me encontré en una etapa en la que la narrativa “seria” seguía sin atraerme pero lo único que encontraba relacionado con la fantasía en las modestas librerías de Leganés (que siguen siendo igual de modestas e incluso inexistentes) eran los libros de la serie Dragonlance. No tenía mucho bagaje como lector, pero sentía con claridad que la franquicia de Timun era a la obra de Tolkien lo que los polos de hielo son a los helados Morán.

Para ampliar horizontes de lecturas, muchos sábados por la mañana iba con mi padre a la Cuesta de Moyano y fue en una de aquellas excursiones cuando me topé con la serie “Fantasy” de Martínez Roca. El ejemplar que más se veía en aquel entonces era uno titulado “Espadas y demonios”, de un tal Fritz Leiber, con un forzudo bárbaro en la portada sacudiéndole un espadazo a un guerrero enfundado en una armadura (sin olvidar la icónica y sugerente mujer de las estepas). Así supe de Fafhrd, el habitante del frío Norte, y al Ratonero Gris y de cómo se conocieron en la grasienta y bulliciosa Lankhmar. A aquel encuentro le sucedió el rosario de aventuras recogidos en “Espadas contra la muerte” y allí se quedó todo porque los libros aparecían y desparecían como el Guadiana y no existía internet para averiguar el orden de lectura y si, dado el escaso presupuesto disponible, merecía la pena seguir adelante con las compras.

Releídos más de veinte años después, me han parecido muy gratificantes. Con más aspiraciones literarias que las sombras del viento o los temerosos hombres sabios y con unos personajes mezcla de picardía e inocencia, nada limpios pero con escrúpulos. Quizá el mejor de los trece relatos que reúnen estos dos volúmenes sea “Las mujeres de la nieve”, que narra con una prosa muy bella el rito de emancipación del norteño Fafhrd del matriarcado de su tribu natal. El resto de relatos no raya tan alto y los hay francamente prescindibles (“La costa sombría”, “La torre de los lamentos”) pero en conjunto merece la pena leerlos y el entretenimiento está garantizado.

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